22/8/07

Solana por Gaya

En un libro de entrevistas que se acaba de publicar este año le preguntan a Ramón Gaya que qué le parece el Solana escritor:

"Entonces todos conocíamos su escritos. Cuando Solana publicaba un libro, acudíamos en seguida a la librería a comprarlo. Es un escritor de raza, aunque no hace más que contar las cosas simplemente. Es mucho más fuerte que Baroja, más tremendista. Los temas de sus cuadros están ahí; todo eso lo ha visto, no se lo han contado. Él lo describía cuando pintaba. En realidad, en sus pinturas, no busca tanto pintar un cuadro como contar lo que ha visto, pero como es un pintor, pues pinta un cuadro: 'Había una vieja.. y estaba escupiendo sangre...', y eso lo pinta. Sólo que en vez de ser un naif, que no sabe pintar, resulta que es un gran pintor y, claro, eso aparece. Si no fuera el pintor que es, eso que pinta no tendría ningún interés. Y todo hecho con esa misma expresividad que tiene también Van Gogh.

Hay algo sumamente directo en estos dos pintores. De la naturaleza a ellos y de ellos a la naturaleza. Hay como una comunicación primaria, algo como antes de la cultura; por eso tienen esa intensiva expresividad, y como una cierta torpeza, se puede hermanar con la torpeza, pero es una torpeza muy especial."

(Ramón Gaya de viva voz, Entrevistas 1977-1998, editorial Pre-textos 2007, pág. 62)

Las negrillas son mías, que me parecen estas frases muy acertadas definiendo a Solana. Cuando habla de esa intensiva expresividad para referirse a su pintura muy bien puede estar definiendo su estilo literario, su escritura, y también esa cierta torpeza que agudizan la sensación de estar leyendo algo que ya no es literatura, o que ya no se deja atrapar, obediente, por el ojo acostumbrado a leer literatura. Es el tono, quizá, que usa el lenguaje sin adaptarse a él, a sus formas dada, a sus moldes; lo destroza, sin grandes desgarrones tampoco, para adaptar el lenguaje a su interior, ese río de imágenes que recorre mentalmente y que traduce en palabras.

20/8/07

Más Solana

Gracias a nuestro admirado amigo (y miembro también de esta boinocéfala generación) pongo aquí esta noticia sobre Solana. En septiembre, al parecer, empezará a circular el libro, según cuentan en la librería Michelena de Pontevedra.

"Trapiello afirma que Solana es como Baroja y Galdós al recopilar sus inéditos

Alfredo Valenzuela.

Sevilla, 19 ago (EFE).- El escritor Andrés Trapiello sostiene que el pintor José Gutiérrez Solana (1886-1945) no es, como escritor, inferior a Baroja, Azorín, Unamuno o Galdós en las palabras preliminares que ha escrito para "La España (II)", volumen que recoge textos hasta ahora inéditos del pintor y escritor.

Editado en Granada dentro de la colección "La Veleta", que el propio Andrés Trapiello dirige, el volumen recoge trescientas páginas de inéditos solanescos precedidos de un "estudio" de Ricardo López Serrano, que se ha encargado también de clasificar estos textos, algunos de ellos conservados incompletos.

Camilo José Cela calificó de "ejemplares" los seis libros publicados por Solana, del que este nuevo toma el título del que quizás sea más conocido, "La España negra", también por la temática y el tono de estos textos que, según Trapiello, "son los mismos de siempre".

Estos inéditos se dedican al "universo de los desamparados, la alucinación de sus paisajes y unas criaturas aplastadas por su carnavalesca sinrazón, y, desde luego, a la terrible verdad de saber que no somos muy diferentes de nuestras máscaras ni nuestras máscaras muy distintas de nosotros", en palabras de Andrés Trapiello.

Tal vez por no haber conocido editores anteriores ni correctores, estos escritos, a diferencia de los otros seis libros de Solana, tienen "en algunos pasajes, mayor autenticidad y primitivismo", según añade Trapiello, quien reseña que esto "añade si cabe más expresividad al conjunto", integrado por textos sobre toros, oficios, los cafés de los pueblos y hasta sobre "Crímenes pasionales".

Hay fragmentos de "Viajes por España", con descripciones de Barcelona, Talavera de la Reina, Chinchilla, Cuenca, Toledo, Haro, Soria y Segovia, así como varios agrupados bajo el epígrafe genérico de "Santander", "Madrid" o los dedicados a Chinchón, Boadilla del Monte, Villaviciosa de Odón, El Escorial o Navalcarnero, agrupados bajo el de "El libro de los pueblos de Madrid", ya que, como destacan Trapiello y López Serrano, algunos de ellos se debían a libros proyectados por Solana que no llegó a publicar.

El capítulo de "Madrid", por ejemplo, incluye epígrafes que ya avisan de lo que va a venir después, como "La recogida de los perros, los laceros y el depósito del canal", "Los locos", "El carnaval de Carabanchel Bajo" o "Peluquerías económicas".

Aunque la pintura fue el arte que le hizo célebre y el único que le reportó beneficios económicos -la escritura le costó dinero, se editó el mismo todos sus libros menos uno-, Solana quiso considerarse siempre tan escritor como pintor, y a su humor pertenece el aserto "con esto de escribir no hay quien pinte y con esto de pintar no hay quien escriba", que empleaba cuando estaba muy atareado.

López Serrano afirma en su estudio introductorio que la dedicación literaria de Solana "fue continua a lo largo de casi toda su vida, no se resolvió en los seis libros publicados pues dejó también algunos artículos o fragmentos literarios publicados en revistas o en libros de otros autores", además de libros inacabados, como uno que habría de titularse "París", del que en este volumen se recogen capítulos como "El museo de figuras de cera" y "El barrio judío".

Este nuevo volumen recoge todos los inéditos conservados de Solana y algunos "casi inéditos", como los que fueron editados por Ramón Gómez de la Serna en "Pombo" y en su biografía del pintor, que no son fáciles de encontrar, con lo que López Serrano considera que con este libro se ha publicado ya "todo el corpus literario solanesco". EFE

15/8/07

Prólogo a Los lanzallamas

Estos días, estas semanas más bien, los autores de este blog/revistilla (de una cierta literatura) se encuentran agosteando como todo quisque, de ahí la nula actividad que se ve por aquí. Volveremos con fuerzas renovadas, espero.

Dejó aquí (cortar y pegar, se llama; gracias Narciso y Goldmundo) un prólogo de Roberto Arlt que me parece de mucho interés, y que me recuerda el tema de algún artículo tratado por don Antonio, sobre la autoimposición de escribir a toda pastilla para conseguir una obra más viva, mejor escrita.

Palabras del autor (1931)

Del libro Los lanzallamas (Ed. Losada, Buenos Aires, 1977)

"Con Los lanzallamas finaliza la novela de Los siete locos.
Estoy contento de haber tenido la voluntad de trabajar, en condiciones bastante desfavorables, para dar fin a una obra que exigía soledad y recogimiento. Escribí siempre en redacciones estrepitosas, acosado por la obligación de la columna cotidiana.

Digo esto para estimular a los principiantes en la vocación, a quienes siempre les interesa el procedimiento técnico del novelista. Cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte. Sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal. Dios o el Diablo están junto a uno dictándole inefables palabras.

Orgullosamente afirmo que escribir, para mí, constituye un lujo. No dispongo, como otros escritores, de rentas, tiempo o sedantes empleos nacionales. Ganarse la vida escribiendo es penoso y rudo. Máxime si cuando se trabaja se piensa que existe gente a quien la preocupación de buscarse distracciones les produce surmenage.

Pasando a otra cosa: se dice de mí que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente leen correctos miembros de su familia.

Para hacer estilo son necesarias comodidades, rentas, vida holgada. Pero por lo general, la gente que disfruta de tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura. O la encara como un excelente procedimiento para singularizarse en los salones de sociedad.

Me atrae ardientemente la belleza. ¡Cuántas veces he deseado trabajar una novela, que como las de Flaubert, se compusiera de panorámicos lienzos…! Mas hoy, entre los ruidos de un edificio social que se desmorona inevitablemente, no es posible pensar en bordados. El estilo requiere tiempo, y si yo escuchara los consejos de mis camaradas, me ocurriría lo que les sucede a algunos de ellos: escribiría un libro cada diez años, para tomarme después unas vacaciones de diez años por haber tardado diez años en escribir cien razonables páginas discretas.

Variando, otras personas se escandalizan de la brutalidad con que expreso ciertas situaciones perfectamente naturales a las relaciones entre ambos sexos. Después, estas mismas columnas de la sociedad me han hablado de James Joyce, poniendo los ojos en blanco. Ello provenía del deleite espiritual que les ocasionaba cierto personaje de Ulises, un señor que se desayuna más o menos aromáticamente aspirando con la nariz, en un inodoro, el hedor de los excrementos que ha defecado un minuto antes.

Pero James Joyce es inglés. James Joyce no ha sido traducido al castellano, y es de buen gusto llenarse la boca hablando de él. El día que James Joyce esté al alcance de todos los bolsillos, las columnas de la sociedad se inventarán un nuevo ídolo a quien no leerán sino media docena de iniciados.

En realidad, uno no sabe qué pensar de la gente. Si son idiotas en serio, o si se toman a pecho la burda comedia que representan en todas las horas de sus días y sus noches.

De cualquier manera, como primera providencia he resuelto no enviar ninguna obra mía a la sección de crítica literaria de los periódicos. ¿Con qué objeto? Para que un señor enfático entre el estorbo de dos llamadas telefónicas escriba para satisfacción de las personas honorables:

"El señor Roberto Arlt persiste aferrado a un realismo de pésimo gusto, etc., etc."
No, no y no.
Han pasado esos tiempos. El futuro es nuestro, por prepotencia de trabajo. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un "cross" a la mandíbula. Sí, un libro tras otro, y "que los eunucos bufen".

El porvenir es triunfalmente nuestro.

Nos lo hemos ganado con sudor de tinta y rechinar de dientes, frente a la "Underwood", que golpeamos con manos fatigadas, hora tras hora, hora tras hora. A veces se le caía a uno la cabeza de fatiga, pero…. Mientras escribo estas líneas pienso en mi próxima novela. Se titulará El Amor brujo y aparecerá en agosto del año 1932.
Y que el futuro diga."

Roberto Arlt