16/6/08

Entrevista a Trapiello

Queridos míos, dejo aquí el enlace de una entrevista que le hice la semana pasada a Trapiello, y que publiqué este domingo. El making-off es muy corriente, pero por supuesto hablé de esta docta casa, del respeto que le profesan algunos de sus miembros (si no todos) y recordó el escritor a "un joven muy amable" que hacía unas semanas le entregó un libro para que fuese dedicado al Círculo Solana. Puedo decir que se entusiasmó, y hasta se desvío un momento de la entrevista para ponerme al día de las novedades solanescas y dos libros que o bien acaban de salir o bien están a punto de hacerlo. Se expandió Trapiello: el encuentro duró más de una hora y, desafortunadamente, lo más enjundioso para el lector y el gallinero se dijo con la grabadora apagada. Como se hace siempre y como, supone uno, debe ser. Algunos compañeros me reprocharon no haber entrado más en sangre, pero aquello me hubiera parecido más una entrevista para el Qué me dices: sé que interesa más, por la cosita del morbo, pero también sé que es una incomodidad, cuando no falta de respeto, al entrevistado, y éste puede cortar por lo sano en cualquier momento (algo terrible para quien tenía dos páginas comprometidas que cerrar con la entrevista ese mismo día). Por lo tanto, sólo de pasada solté como quien no quería la cosa el nombre de Marías, y también al final le hice ver lo de sus enemigos. Hubo una pregunta más con su respuesta, que era sobre Juan Cruz, y la grabadora se lo comió entero. Como no me gusta escribir de oídas, ni poner en boca de nadie un pensamiento que no sea con sus palabras exactas, lo dejé fuera muy a mi pesar, pero vamos: no era irrespetuoso ni faltón, ni tampoco estaba ahí el titular. El titular, por cierto, que tuve que elegir no me convenció nada, pero no cabía una palabra más. El periodismo, jo, está esclavizado por el diseño. Por lo demás, sé que no llevo leyendo a Trapiello media vida ni soy un experto en él, así que la entrevista queda coja por ahí. Pero en fin: si se la he hecho es porque ya me he acercado a sus libros, y a su vida, y eso es por vosotros, así que va por ustedes.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena entrevista, M. Seguro que Trapiello se sintió muy cómodo contigo, da esa sensación cuando la lees.

Un saludo,

conde-duque dijo...

Muy bien, Manuel. Una entrevista para hacer (y dejar) hablar al entrevistado, no para que se imponga el entrevistador. En casos como éste en los que el entrevistado tiene cosas que decir es lo mejor.
Y la evangelización del Círculo sigue su marcha, su expansión.
Un saludo.

conde-duque dijo...

Ah, y la introducción buenísima.
(Habrá que estar atentos dentro de cinco años a ver cómo sale el entrevistador de Pontevedra en los diarios...)

Anónimo dijo...

Eso de "flequillo adolescente que está a la intemperie" es una gran agudeza literaria, una pincelada muy acertada que le gustará a Trapiello.
Enhorabuena, Manuel.Apuntas alto

M. dijo...

Gracias Luisa, Conde. No habrá mención, pero me alegró pese a todo saber que sólo se mete, cuando se mete, con gente tanto o más poderosa que èl. Abrazos.

Gracias anónimo, jo, es usted un cielo, pero a la intemperie está el "señor" que va delante de la frase, no su flequillo, así que me temo que esa gran agudeza literaria es más mérito suyo que mío. Una pena, porque apuntaba alto.

Mabalot dijo...

Qué ogulloso me tienes. Introducción, entrevista, todo sencillo y bien llevado. El José Tomás del periodismo.

Cuando la casa Solana sea más famosa y el mundo esté a sus pies habrá que hacer una gran reunión en la capital invitando a Trapiello y otros igualmente oportunos, y quizá sería bueno hacer un premio Solana etc, etc... Y el trofeo podría ser un riñón de cerdo en plata, o mejor una boina de cerámica diseñada por algún moderno...

Pongame a los pies de su señora, Manuel. Un saludo.

A. C. dijo...

No estoy muy al corriente, pero dudo de que a Trapiello le hayan hecho muchas entrevistas tan generosas como esta, y tan bien transcritas. Las comas están puestas de modo que siempre se notan los gestos. Las comas, además, desnudan más de lo necesario. Esta exquisita puntuación me remite a un libro magnífico, no muy fácil de encontrar, que reúne las conferencias sobre Modernismo que dio Juan Ramón en Puerto Rico. Es un estilo muy de la época que, con diferentes, muy diferentes matices, supieron hacer suyo tanto Umbral como Trapiello. La verdad es que nunca se me había ocurrido vincularlos hasta que he leído esta entrevista. Felicidades por todo ello al entrevistador.

A. C. dijo...

Perdón: he escrito "las comas desnudan más de lo necesario" cuando debiera haber escrito "las comas desnudan al personaje más incluso de lo que él quisiera".

Mabalot dijo...

Por cierto, le he echado un vistazo al artículo ganador (Violeta para una España negra) y es muy solanesco; casi descaradamente.

conde-duque dijo...

Es verdad, más solanesco imposible. Lo acabo de leer.
Lo copio y pego:
"Violeta para una España negra:
Se diría un pueblo fantasma, muerto en la calurosa tarde de agosto, pero a lo lejos se oye el tupido rumor de la multitud. Todos han ido a la capea. La plaza mayor es pequeña y bonita, con casas antiguas y rejas y soportales. Apenas puede apreciarse porque la han llenado de gradas. En el centro se levanta un rollo de piedra. A su alrededor hay un pilón. En él abrevaban antiguamente las bestias. Hoy se ha quedado de ornato. El gentío, colorista y vociferante, parece haberse vuelto loco. Por el calor. Por las moscas, insidiosas y feroces. Por el vino. El asunto de las gradas está bien estudiado. Se soportan en tubos de hierro, como los andamios, entre los que permanecen de pie los hombres, intervengan o no. Sobre esa columnata desmontable se acomodan las mujeres, viejas y mozas, los niños y las personas finas de la localidad.

Han soltado ya el primer novillo. De la plaza se eleva una sólida polvareda que pica en la garganta. El animal mira desvalido al público que anima a los improvisados toreros. Éstos, envalentonados, hacen la rueda. El más audaz le coge del rabo. Todos le ríen la charlotada. El novillo pega un derrote, y los mozos valientes corren despavoridos de forma poco honorable. Uno de ellos, a quien antes ha humillado con un revolcón, se acerca por detrás y le clava la navaja en los ijares. Corre la primera sangre, y las mujeres chillan de entusiasmo y felicidad. Los mozos, enardecidos por hembras tan radicales, empapan sus camisas en el pilón y, defendidos por el pretil, sacuden con ellas el morro del astado.
Los más gallardos se descaran delante de un novillo que hace de don Tancredo. Están desnudos de cintura para arriba, otros llevan camisetas de su equipo de fútbol, todos están sudorosos; muchos, además, borrachos. Algunos se han sentado alrededor del rollo y ven fumando los lances, a salvo de las embestidas, con la expresión abotargada y cerril. Las moscas, golosas, se posan en el borde de sus cubatas.

Llegados a un punto, el novillo se planta y ni cuchilladas ni botellazos logran moverle. "Ecce taurus." Se persona entonces el matarife, don Pilatos, con la pistola. Le ponen la res debajo de la tribuna y allí, descolgándose con una mano, le mete un tiro en la testuz. La multitud aplaude satisfecha. Aguarda que el Ayuntamiento, que corre con el festejo, les suelte otro novillo. Al otro, en un rincón, lo cuelgan de una cadena con ayuda de una trócola, y el carnicero lo abre en canal. Sube hasta las gradas el pestilente olor de los mondongos, y la sangre, de un rojo heráldico, corre callejuela abajo. Que de allí saldrá esa noche un crimen es cosa segura. O al día siguiente. Una mujer ha advertido que somos forasteros y se arranca hacia nosotros como una fiera. Desconfía y, muy bragada, prohíbe las fotos, "que hacen mucho daño".

La Guardia Civil, que presencia la escena con desgana, no interviene. "En cada pueblo se le hace daño al animal de una manera; y esta es la nuestra", proclama, arrogante y combativa. Cuando salimos de ese pequeño pueblo, sacudido por enajenación transitoria, pensamos haberlo hecho de "Las capeas". Pero no. Cien años después, la raza sigue igual. En memoria de Eugenio Noel cazo una de aquellas moscas alevosas, que he metido ahora entre las páginas de ese libro tristísimo, y la he puesto a secar allí como una violeta de la España negra."