21/6/08

Perder un pie

Cuando dormía en su casa andaba descalzo. Había moqueta. Sus padres estaban de viaje. El ambiente oscuro, con las persianas bajadas, y un montón de cortinas y estores, que había que apartar una tras otra para ver la calle. La terraza, la calle; un piso alto. Los coches como aplastados allá abajo; al fondo la ría, y grúas, en el puerto. El edificio de enfrente, macetas en las ventanas. En invierno dormía con una camiseta y sólo una sábana en la cama. La calefacción mantenía la casa a veinte o más grados. Todo era silencio menos mi voz, que me salía muy ronca. Al hablar ronroneaba. Se me ponía voz de macarra y en cambio a ella la confundían por teléfono con una niña. Y es verdad, parecía una niña. Los ojos, inquietos, vagaban a veces buscando algo cuando la miraba fijamente, como si se pusiera nerviosa. Sonreía como una persona muy inocente, pero no era inocente. Yo tampoco. Comía con apetito y hacía pis con la mirada perdida, como si recordara algo triste.

Con el tiempo nos odiamos. Sobre todo cuando no la tenía delante. Sabía que no era nada. Quería no volver a verla, y disfrutaba pensando eso. O me daba igual. Miento: era un placer no querer volver a verla.

Un día cualquiera decidimos dejarlo. ¿Lo dejamos? En un bar; mirábamos la pantalla (quizá un partido de fútbol, que no nos interesaba nada). Vale, de acuerdo. Así está bien. No había rencor, ni nada que se pareciese al dolor. En realidad no había nada. Quizá un vértigo que daba un poco ganas de reír. Nos reímos, como nerviosos. Si acaso un poco de extrañeza ante lo improvisado de la situación. Lo fácil que era decidir de mutuo acuerdo no volver a vernos. Aunque no se dijo, pero era eso; no volver a saber nada uno del otro. De distintas ciudades, o de distintos mundos. Decidimos no volver a saber nada uno del otro. Bebimos Martini, y brindamos, por perdernos de vista. Y así fue.

Al día siguiente me sentí un poco raro. Como si hubiese perdido un zapato, o un pie, o los dos.

8 comentarios:

Mabalot dijo...

Antes de que se me pase el momento de "bueno, puede pasar..." Y se quede estancado en alguna carpeta esperando las llamadas de los Lara, Herraldes y demás.

Es el final de un relato hecho de fragmentos o retales.

Salud.

Anónimo dijo...

Hala, qué buenooo. Primero, la sinceridad. segundo, la síntesis. Si tú dices que es el final de un relato, lo será, pero yo creo que el resto no puede decir más de lo que dice este final. Tal vez a ti te fue necesario lo anterior. A mí, como lectora,me basta este magnífico fracaso.
Ella queda perfectamente dibujada, al menos a través de la mirada de él, que es lo que interesa en esta historia; y él también. Desde luego, no busca gustarnos ni justificarse ni explicarse: es como es, al menos en ese episodio de su vida que le deja esa sensación de perplejidad que creo que todos hemos sentido alguna vez: "si no era nada, ¿por qué el vacío?" Desolación en estado puro, desconexión de nuestro centro (también llamada por otros inmadurez), la mente ayudando al hastío a ganar la partida: tres signos del amor en estos tiempos que habitamos.

Mil gracias, Maba. Felicidades.

Mabalot dijo...

En cambio, ahora me parece una cosa bastante mala. Ay, dios mío, qué chorrada. Qué buena persona eres, Luisa.

A mí lo que me gusta de todo esto son las descripciones; o la mirada. Eso sí. Me gusta escribir lo que estoy viendo; si no lo veo no lo escribo. Por eso creo que los pintores y los fotógrafos escriben de puta madre (aun siendo analfabetos a veces...) Pero dar miradas, así en puro, o que vagamente remiten a otra cosa (una historia, aunque siempre hay una historia, casi sin querer)puede encajar mal, o quedarse demasiado etéreo y entonces me reclama el lector una línea más clara, algo que se pueda resumir con una frase. Y quizá debería ser así.
En realidad prefiero tener claro qué siento al escribir que qué estoy contando (una sinopsis, un argumento...)

El resto son escenas, descripciones, como flases...

Buen domingo a todos los solaneros.
Gracias.

A. C. dijo...

Me ha dado más alegría tu cuento que la victoria de España, que me ha jodido la columna del jueves pasado. Pues sí, yo creo que por ahí van los tiros. Esa palabra que usas, retales, es la única forma seria de realismo que nos queda. Me gustan mucho tus quiebros: "Comía con apetito y hacía pis con la mirada perdida, como si recordara algo triste. Con el tiempo nos odiamos. Sobre todo cuando no la tenía delante. Sabía que no era nada." Que alguien me explique la diferencia entre un poema y eso. La realidad, a fin de cuentas, no es tanto un resumen como una antología personal, y su yuxtaposición (dicho en el más laudatorio de los sentidos) es la responsable de su carga poética. Es curioso: cuando nos olvidamos de lo lineal llegamos a lo real; cuando prescindimos de la cohesión gramatical llegamos a la poesía. Me pillas, además, haciendo ejercicios de quiebro, que tampoco pueden ser muy continuados sino, como tú haces, como una marca de intensidad que brilla por su desnudez en dos o tres momentos claves del relato. Me explico (porque estoy tratando de explicármelo a mí mismo): una prosa sincopada es un ejercicio de estilo, pero una buena prosa que de vez en cuando se tensa con síncopas es algo que sólo puede hacer la intuición, la naturalidad.
Otra cosa: en los cuentos realistas suele usarse un procedimiento que tú dejas para el final, y por lo tanto lo alivias de carga retórica. Quiero decir que Carver habría empezado por la cojera, por el no zapato, igual que hace en aquel cuento del bastoncillo para los oídos (Creo que está en '¿Quieres hacer el favor de callarte por favor?'), y lo habría ido sacando dos o tres veces sin que el protagonista lo entendiera. Tú lo dejas para el terreno de la anagnórisis, el símbolo que nos aclara la sustancia, por así decir. Aquí te queda estupendo, desde luego.
Por lo demás, este relato es bueno si uno siente en algún momento lo que se siente en las rupturas, que es, como sucede en los entierros, más bien lo que no se siente. Ese no sentimiento, esa cojera del corazón es lo que aquí retratas tan estupendamente. Porque, además, indagar más en ello es tanto como no entenderlo. Otra vez la condensación, otra vez la poesía. ¿A ver si va a ser usted un poeta y no se ha dado cuenta, caballero?

Mabalot dijo...

Me parece que "lo poeta" me jodería "lo novelista"... pero allá lo que salga y lo que toque.

Supongo que hay momentos más de poeta y otros menos "elevados".

Y lo curioso de lo del partido de España es que una vez "hecho" (después de tantos atascos; recuerdo además como si fuera ayer el sobaco de Arconada colando el balón contra Francia)es como si ya todo diera igual ahora. Esto sí que es vacío.

Desde luego aclaro que considero imprescindible saber qué sentimiento (o "no-sentmiento") estoy evocando, pero lo que se cuenta poco tiene de sacado del recuerdo. Las imágenes ni sé de dónde las saco.

Muchas gracias por lo que me toca, Antonio. Y comentario de lujo. Otro artículo escondido aquí.

conde-duque dijo...

Buenas... Maba, yo creo que me gustaría más si tuviese más concreción. Así lo veo demasiado abstracto. Me faltan datos, detalles, objetos, imágenes, acciones concretas físicas de los personajes, no sólo espirituales. Quizá estaban en el comienzo que no nos has puesto.
Un saludo.

conde-duque dijo...

Mejor dicho: hay objetos y detalles, pero parecen todos demasiado simbólicos, como si quisiesen cumplir la función de ideas abstractas. No sé si me explico...

Mabalot dijo...

No lo que no ntiendo es por qué no me llegan ahora los comentarios de este blog al correo. Casos sin resolver.
Te puedo asegurar, Conde, que los objetos y detalles no están buscados o no pretenden ejercer una funci
on simbólica; es más, aborrezco lo simbólico, la alegoría.
Reconozco que este fragmento está en el aire; apenas hay escena, o se pasa volando.

En fin, como diría al micrófono el cantante de una orquesta de pueblo; probando, probando...

Hay varios mabalots y no puedo controlarlos; cada uno tira por su lado.
A mí no me acaba de convencer, pero por otra parte me atrae algo esa indefinición, en la que no hace falta explicarlo todo.

Una ves leí un artículo de cierto escritor (de cuyo nombre es mejor no acordarse, para que no levante ampollas) que al referirse a la prosa de otro escritor hablaba de "...una cierta opacidad embriagadora..."

Siempre me hizo gracia esa frase; y le di tantas vueltas... ¿A qué leche se refiere?

Aún m sigue haciiendo gracia esa "opacidad embriagadora".

Gracias por los comentarios.