16/12/08

Yonquis

Caminan de noche por la ciudad iluminada. Tienen las calaveras adheridas al rostro, sustituyéndolo. Son muertos andantes, en busca de su dosis. Consumen en los portales, en los sótanos, en las escaleras.
Él va sin camisa, pantalones vaqueros cortos, botas militares desatadas, pelo rapado, gafas redondas y un tatuaje en la espalda. Ella tiene las facciones hinchadas, como si se hubiese operado los labios y los pómulos, nariz y párpados de boxeadora, minifalda roja, en su camiseta de tirantes se lee en letras rosas I Love New York. Van por una calle de Queens. Pasan los coches con sus luces, se cruzan con vecinos, escaparates, algunas tiendas abiertas.
Entran en un portal. Atraviesan un pasillo y acceden a las escaleras. Bob se pone en cuclillas, abre la papelina, la disuelve en el tapón de una botella de agua mineral, absorbe el líquido con la jeringuilla, mira el cristal al trasluz, lo golpea con la uña y empuja el émbolo hasta que sale una gota. Lo mira apenas a unos centímetros, quizás no ve bien del ansia que tiene, o porque se le superponen efectos anteriores, o por culpa de la escasa luz que sale de una bombilla agonizante. La pintura de las paredes se cae a trozos. Finalmente busca la vena con la jeringuilla. Y la encuentra.
No piensan en el futuro ni en el pasado. En esta supervivencia sólo existe una palabra: heroína. Todo vale con tal de conseguir la siguiente dosis: hurgan en la basura, roban, se prostituyen. La única felicidad está en ese lento suicidio, en la aguja, en el mechero que se enciende y el humo que se inhala por la boca, hondas y largas caladas, interminables caladas, las manos acercándose a la cara, como si soplasen una caracola de mar o el cuerno de guerra. Son gárgolas huesudas y sufrientes.
La sustancia llega rápidamente al cerebro. Sólo entonces descansan, dejan de deambular, de luchar, de morir.

6 comentarios:

conde-duque dijo...

Me gustaría traer de vez en cuando estas cosillas de un nuevo género que no tiene nada de nuevo ni de género como tal: LAS POLAROIDS.
Tratan de ser escenas muy simples, sencillas, directas pero algo borrosas, de colores difuminados, como las Polaroids. Para captar momentos, personas, situaciones, atmósferas, etc.
En cuanto al estilo, que sea un poco desastrado, caprichoso. Que no siga un ritmo constante, armónico ni melodioso. Que se resquebraje.
En fin (me pongo la venda antes de la herida), su resultado debería medirse por su falta de ambición.

Mabalot dijo...

Qué gran idea esto de las polaroids. La verdad es que tenían una estética peculiar.

Seguro que te sale una serie muy interesante, pero yo reivindico los yonquis patrios, con sus idiosincrasias y su arrojo particular...

Me recuerda a Burroughs. No sé si leíste algo alguna vez.

Gracias por el texto, amigo.

conde-duque dijo...

Bueno, en este caso los yonquis son intercambiables: basta con poner Vallecas en vez de Queens. Pero es que los veía andando por ahí, tenía que ser ahí, aunque después no he descrito nada característico.
No, no me suena haber leído nada de Burroughs, pero miraré.

Anónimo dijo...

¡¡Muy buena idea, Conde!! Y muy buena, esta primera Polaroid.


Más, por favor.

Un abrazo.

A. C. dijo...

De falta de ambición nada, colega. Afortunadamente. Me gusta mucho, y por eso, y solo por eso, le pongo un pero: el juicio; las fotos muestran, no juzgan. Lo digo por la frase "En esta supervivencia sólo existe una palabra: heroína. Todo vale con tal de..." Son cosas mías. Adelante con las polaroids.

conde-duque dijo...

Gracias, Luisa.
Antonio, tienes razón en el pero. Sobre todo lo de "Todo vale con tal de...". El contenido es obvio, creo yo, pero por la forma de decirlo es como una valoración. A ver si se me ocurre algo para cambiarlo.
Un abrazo.