Pego aquí el enlace al artículo.

A trancas y barrancas...
"El moro Almudena, Mordejai, que parte tan principal tiene en la acción de Misericordia, fue arrancado del natural por una feliz coincidencia. Un amigo, que como yo acostumbraba a flanear de calle en calle observando escenas y tipos, díjome que en el Oratorio del Caballero de Gracia pedía limosna un ciego andrajoso, que por su facha y lenguaje parecía de estirpe agarena. Acudí a verle y quedé maravillado de la salvaje rudeza de aquel infeliz, que en español aljamiado interrumpido a cada instante por juramentos terroríficos, prometió contarme su romántica historia a cambio de un modesto socorro. Le llevé conmigo por las calles céntricas de Madrid, con escala en varias tabernas donde le invité a confortar su desmayado cuerpo con libaciones contrarias a las leyes de su raza. De este modo adquirí ese tipo interesantísimo, que los lectores de Misericordia han encontrado tan real. Toda la verdad del pintoresco Mordejai es obra de él mismo, pues poca parte tuve yo en la descripción de esta figura. El afán de estudiarla intensamente me llevó al barrio de las Injurias, polvoriento y desolado. En sus miserables casuchas, cercanas a la fábrica de Gas, se alberga la pobretería más lastimosa. Desde allí, me lancé a las Cambroneras, lugar de relativa amenidad a las orillas del río Manzanares, donde tiene su asiento la población gitanesca, compuesta de personas y borricos en divertida sociedad, no exenta de peligros para el visitante. Las Cambroneras, la estación de las Pulgas, la Puente Segoviana, la opuesta orilla del Manzanares hasta la casa de Goya, donde el famoso pintor tuvo su taller, completaron mi estudio del bajo Madrid, inmenso filón de elementos pintorescos y de riqueza de lenguaje."
Galdós con boina (detalle importantísimo)
"En la novela de Galdós –muestra de realismo español–, la fascinación de la vida ha triunfado sobre el poder de las ideas, sobre su prometedora fuerza de avasallar la realidad. Y amor con amor se paga: la realidad viene a entregarse así a quien así se le entrega. De ahí la riqueza innumerable, la infinita complejidad y la magia que de ella emana. Magia igual a la que irradia una pared desconchada, un cardo en un erial, unas tejas verdinegras de lluvia y tiempo, un rostro surcado por los días; todo lo vulgar, aquello cuya gracia consiste solamente en existir.
La maravilla de la existencia, el prodigio y misterio de la realidad y de la vida, corre a través de las innumerables páginas galdosianas, extendiéndose monótonamente sin principio ni fin. […]
Un novelista ha de desentrañar una misteriosa realidad sin alterarla. Y como no se sabe en qué consiste lo misterioso del misterio, ni en qué matiz leve están impresos sus rastros, surgirá el realismo español. Tal vez el tan renombrado “realismo español” provenga del temor que a todo artista –novelista o pintor– acomete frente a la complejidad de esa realidad y de esa vida, de sus múltiples facetas; en último término, respeto y aun indecisión; porque no se sabe qué tomar y qué dejar.
El novelista ha de ser siempre un visionario, alguien que sabe mirar para crear luego visiones verídicas. […] Que se hayan dado algunas miradas de este género es ya una fortuna. La de Cervantes ha ido más allá que todas, es la que ha descendido hasta el centro más vivo y creador; es la de mayor acuidad, finura y percepción. Es la mirada por excelencia. Sólo hay un lugar más hondo que el lugar desde donde ella mira; ese otro de los místicos cuyo horizonte atraviesa el mundo. Cervantes anda en su lindero; un poco más, y se hubiera perdido el mundo humano que nos descubre. Como, a poco más, Velázquez no hubiese ya pintado."
Pese a la fiebre experimentalista que le sobrevino, yo creo que Cela siguió teniendo esa mirada solanera en todos sus libros. Algo tan hondo no se pierde ni aunque uno quiera. Coged, por ejemplo, el genial San Camilo o incluso partes de la Mazurca, del Cristo y del Oficio. Por no hablar, claro está, del Pascual, La colmena o El viaje a la Alcarria, cuyos dos primeros capítulos contienen algunos de los párrafos más hermosos que se han escrito. Por ejemplo:
"Fuera se oye el distante golpear del chuzo contra la acera. Por las rendijas de la persiana se cuela un hilito de claridad. Pasan lentos, entumecidos, los carros de los primeros traperos. El viajero se ha dormido al tiempo de nacer el día como un pollo que sale, un poco avergonzadamente, del derrotado y tibio cascarón.
El viajero tiene su filosofía de andar, piensa que siempre, todo lo que surge, es lo mejor que puede acontecer. Se va mejor a pie, andando por el medio de la calle oyendo cómo rebota sobre las casas el sonar de la clavazón del calzado. [...] El viajero va lleno de buenos propósitos: piensa rascar el corazón del hombre del camino, mirar el alma de los caminantes asomándose a su mirada como al brocal de un pozo.
Una mujer pasa, presurosa, el velo sobre la cabeza, camino de la primera misa, y una pareja de guardias fuma aburridamente, sentados en un banco, con el mosquetón entre las piernas. Los misteriosos tranvías negros de la noche portan de un lado para otro su andamiaje sobre ruedas; van guiados por hombres sin uniforme, por hombres de boina, callados como muertos, que se tapan la cara con una bufanda."
Daría cualquier cosa por escribir como Cela en este último párrafo. Puedes leerlo una y otra vez y siempre estás allí, en aquel instante eterno, inmortal ya. Quizás lo que le pasó después es que la música de su prosa se fue comiendo progresivamente al sentimiento, a la verdad.