12/7/07

Reflexiones de María Zambrano sobre Galdós y el realismo español

Muchos pasajes de La España de Galdós, de María Zambrano, podrían servir de inspiración para el Manifiesto del Círculo Solana. He seleccionado algunos párrafos:

“Galdós nos presenta la confusión, la avidez, la proliferación de la vida y su apetencia de corporeidad. A esto se le ha llamado “realismo”, como a casi todo lo que de España alcanza una cierta visibilidad. No sé si se ha notado que también ofrece una claridad que se alarga en camino, un horizonte que se abre sin término, y aun un centro, todo ello sin abandonar este lugar de la vida. […]
Pues así como en el instante más anodino de la vida de una persona está la huella de todo su ayer con todos sus instantes, asimismo en los personajes de Galdós y en sus complejas relaciones está la huella viva, prolija y multiforme de nuestro multiforme pasado. El protoplasma hispánico impreso de mil huellas, hirviente también de nuevos gérmenes, es el sujeto único, el personaje de innumerables caras de la novela galdosiana."

Galdós con boina (detalle importantísimo)


"En la novela de Galdós –muestra de realismo español–, la fascinación de la vida ha triunfado sobre el poder de las ideas, sobre su prometedora fuerza de avasallar la realidad. Y amor con amor se paga: la realidad viene a entregarse así a quien así se le entrega. De ahí la riqueza innumerable, la infinita complejidad y la magia que de ella emana. Magia igual a la que irradia una pared desconchada, un cardo en un erial, unas tejas verdinegras de lluvia y tiempo, un rostro surcado por los días; todo lo vulgar, aquello cuya gracia consiste solamente en existir.
La maravilla de la existencia, el prodigio y misterio de la realidad y de la vida, corre a través de las innumerables páginas galdosianas, extendiéndose monótonamente sin principio ni fin. […]
Un novelista ha de desentrañar una misteriosa realidad sin alterarla. Y como no se sabe en qué consiste lo misterioso del misterio, ni en qué matiz leve están impresos sus rastros, surgirá el realismo español. Tal vez el tan renombrado “realismo español” provenga del temor que a todo artista –novelista o pintor– acomete frente a la complejidad de esa realidad y de esa vida, de sus múltiples facetas; en último término, respeto y aun indecisión; porque no se sabe qué tomar y qué dejar.
El novelista ha de ser siempre un visionario, alguien que sabe mirar para crear luego visiones verídicas. […] Que se hayan dado algunas miradas de este género es ya una fortuna. La de Cervantes ha ido más allá que todas, es la que ha descendido hasta el centro más vivo y creador; es la de mayor acuidad, finura y percepción. Es la mirada por excelencia. Sólo hay un lugar más hondo que el lugar desde donde ella mira; ese otro de los místicos cuyo horizonte atraviesa el mundo. Cervantes anda en su lindero; un poco más, y se hubiera perdido el mundo humano que nos descubre. Como, a poco más, Velázquez no hubiese ya pintado."

(María Zambrano, La España de Galdós, Círculo de Lectores, Barcelona, 1991)

6 comentarios:

Mabalot dijo...

Excelente, amigo. Esto se llama ir atinando en el asunto. Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, elaborando como una bibliografía de autores y recortes.

Yo, con prisa, me busco este libro que no conocía.

Mabalot dijo...

Ah, y la boina... sí, importantísimo...

A. C. dijo...

Pues sí, el fragmento es muy sabroso, y desde luego es la mejor manera de enunciar una de las patas de la mesa galdosiana, que por cierto estaba en la plaza de Colón.
Otra pata es su condición mitográfica. Esos raudales de existencia lo son también de existencia arquetípica, y por lo tanto no real. Pero en esto pasa como con la éntasis, que engordamos las columnas para que parezcan rectas. En la novela, los falso e imposible es la mejor manera de decir la verdad. Os propongo como ejemplo el personaje del loro en Fortunata. Todo lo que hace, desde el bastón hasta el recado narrativo en el gallinero de Fortunata, es puro símbolo. Pero qué digo. Cualquier personaje trasciende lo puramente existencial, para ponernos estupendos, y una de las pruebas quizás esté en que su novela fue adelgazando, abstrayéndose, sacando el jugo mitográfico que Unamuno ya se encontró hecho, con el aliciente de que todo el mundo diría que se lo inventó él.
Bueno, chicos, esto no es más que un descanso. Habéis seguido una ruta que me resulta interesantísima, cada día más. Este otoño las vamos a tener tiesas. Hoy celebro el paso del ecuador de 'Flor de hierro' y me tomo estos lujos que son como bajarse a tomar una caña. Va por vosotros.

Lula Fortune dijo...

Magníficas las palabras de Zambrano, que ya conocía y que voy a recuperar ahora mismo. Todo está ahí, efectivamente y solo el que se para a mirar puede verlo. Ahora recuerdo algo que leí sobre un estudioso americano que había interpretado el gesto de Fortunata de abrigarse con el mantón como un elemento simbólico- cristiano que reproduciría las alas del espíritu santo(?). Un gesto vulgar,repetido mil veces y solo aprehendido por el genio de Galdós. Solo eso, un gesto que describe,que nos acerca , nos completa el personaje con la grandeza y la sencillez de una boina.

conde-duque dijo...

Castellote, brindo por el paso de ecuador de tu genial folletín. Espero que cuando estés libre nos ilustres sobre la mitografía y esas cosas... que no me han quedado muy claras.
SÍ, Lula, "la grandeza y sencillez de una boina". Esa frase te la pediremos prestada para el Manifiesto.

A. C. dijo...

Pues sí, me expliqué fatal. Yo también detesto esas interpretaciones como las que dice Lula, y al propio Galdós le harían reír. No. Me refiero a los símbolos evidentes como instrumento de economía narrativa. Por ejemplo, cuando Galdós nos presenta al señor Feijoo, poco antes de que Fortunata se encomiende a él, Galdós no nos habla del señor ni de sus melancolías, sino que nos describe unos juguetillos con los que el anciano se entretiene. Casi cada gesto significa algo no porque un crítico pueda sacar conclusiones estrafalarias, sino porque el lector se mete en la narración a través de esos símbolos. Un realismo a palo seco se hubiera contentado con describir la calle Don Pedro, que es donde vive el viejo, y nada más.
Por ahí va lo de la mitografía, pero en otro sentido. Los mitos son mentiras que sirven para explicar la realidad. Quería decir que Galdós tenía, también, talento para los personajes paradigmáticos. No se me ocurre mejor imagen de maestro que la de El amigo Manso, ni mejor de hombre humillado que el pobre Villamil. Por eso a Buñuel le gustaban tanto sus películas, porque, por muy realistas que fuesen las novelas, siempre contenían un alto componente mítico. Muchos de sus personajes son 'algo' por antonomasia, cosa muy poco frecuente en la realidad, y sin embargo nos parecen cercanos y vivos.
No sé, creo que sigo sin explicarme bien. No me extraña, con el jaleo que llevo.