3/7/07

El apunte carpetovetónico

Pensaba hacer un elogio de su mirada cruda y tierna, de su prosa seca y sentida, de su cadencia poética, de esas metáforas tímidas y esos adjetivos tan exactos que parecen adherirse al nombre y chuparle la sangre de las venas, como una sanguijuela tropical, pero casi mejor me ahorro las monsergas y os dejo con las palabras del gran Camilo J. Cela, el mayor solanista que ha dado la historia de la literatura:

"El apunte carpetovetónico pudiera ser algo así como un agridulce bosquejo, entre caricatura y aguafuerte, narrado, dibujado o pintado, de un tipo o de un trozo de vida peculiares de un determinado mundo: lo que los geógrafos llaman, casi poéticamente, la España árida. [...]
Como género literario, el apunte carpetovetónico, aunque siga vivito y coleando, tampoco es ninguna novedad. En España es viejo como su misma literatura. ¿Qué eran, sino puro apunte carpetovetónico, aquellos versos de la Copla de la panadera en los que el poeta nos narra el ímpetu ventoseador de aquel hidalgo o clérigo toledano que "pedos tan grandes tiraba/ que se oían en Talavera"?
¿Qué otra cosa fueron muchas de las páginas maestras y amargas de Torres Villarroel o de Quevedo? Y remontando el calendario, ¿qué son las escenas -Madrid, escenas y costumbres, Madrid pintoresco, La España negra, etcétera- del pintor Solana? [...] la literatura española ignora el equilibrio y pendula, violentamente, de la mística a la escatología, del tránsito que diviniza -San Juan, fray Luis, Santa Teresa- al bajo mundo, al más bajo y concreto de todos los mundos, del pus y la carroña y, rematándolo, la calavera monda y lironda de todos los silencios, todos los arrepentimientos y todos los castigos -el vicario Delicado, en las letras; Valdés Leal, en la pintura; Felipe II, en la política; Torquemada, en la lucha religiosa, etc. En uno de esos pendulares extremos -ni más ni menos importante, desde el punto de vista de su autenticidad- habita el apunte carpetovetónico: como un pajarraco sarnoso, acosado y fieramente ibérico. Y que no puede morir, por más vueltas que le demos, hasta que España muera".
(Camilo J. Cela, prólogo a El gallego y su cuadrilla, Palma de Mallorca, 4 de julio de 1954)

Pese a la fiebre experimentalista que le sobrevino, yo creo que Cela siguió teniendo esa mirada solanera en todos sus libros. Algo tan hondo no se pierde ni aunque uno quiera. Coged, por ejemplo, el genial San Camilo o incluso partes de la Mazurca, del Cristo y del Oficio. Por no hablar, claro está, del Pascual, La colmena o El viaje a la Alcarria, cuyos dos primeros capítulos contienen algunos de los párrafos más hermosos que se han escrito. Por ejemplo:

"Fuera se oye el distante golpear del chuzo contra la acera. Por las rendijas de la persiana se cuela un hilito de claridad. Pasan lentos, entumecidos, los carros de los primeros traperos. El viajero se ha dormido al tiempo de nacer el día como un pollo que sale, un poco avergonzadamente, del derrotado y tibio cascarón.

El viajero tiene su filosofía de andar, piensa que siempre, todo lo que surge, es lo mejor que puede acontecer. Se va mejor a pie, andando por el medio de la calle oyendo cómo rebota sobre las casas el sonar de la clavazón del calzado. [...] El viajero va lleno de buenos propósitos: piensa rascar el corazón del hombre del camino, mirar el alma de los caminantes asomándose a su mirada como al brocal de un pozo.

Una mujer pasa, presurosa, el velo sobre la cabeza, camino de la primera misa, y una pareja de guardias fuma aburridamente, sentados en un banco, con el mosquetón entre las piernas. Los misteriosos tranvías negros de la noche portan de un lado para otro su andamiaje sobre ruedas; van guiados por hombres sin uniforme, por hombres de boina, callados como muertos, que se tapan la cara con una bufanda."

Daría cualquier cosa por escribir como Cela en este último párrafo. Puedes leerlo una y otra vez y siempre estás allí, en aquel instante eterno, inmortal ya. Quizás lo que le pasó después es que la música de su prosa se fue comiendo progresivamente al sentimiento, a la verdad.

26 comentarios:

Anónimo dijo...

En general estoy de acuerdo con Conde-Duque. Cela es un gran escritor. Quizá el más grande escritor que haya existido en España después de la muerte de Baroja. Es un escritor, además, que supo recoge como ningún otro la esencia de España, supo sacar al país todo el jugo, y ponerlo por escrito. Para mí, el mejor Cela es el que se deja de experimentos, el Cela de prosa limpia, seca, sencilla. Yo siempre he pensado que en Cela hay dos escritores, que además se mezclan, sin confundirse del todo: por una parte el Cela que quiere demostrar al mundo que es un genio con las palabras, el Cela de prosa retumbante, retorcita y barroca, y por otra parte el Cela de verdad, el que a mí más me gusta, el de prosa clara y sencilla y lúcida y árida y desnuda como ninguna otra. Yo creo que Cela podría haber hecho más de lo que hizo –mejores cosas, me refiero; podría haber hecho muy buenas novelas, como La familia de Pascual Duarte o La colmena, que son dos grandes novelas. No se conformó con ser novelista (sin duda pensó que le venía chico) y quiso ser un escritor prestigioso y demostrar al mundo el escritorazo que era y demás, y aquí, para mí, sin perder esas pinceladas muy suyas que siempre acaban reconciliándote con este autor, perdió interés. Por otra parte no creo que los escritores de terruño, los castizos, hayan hecho ningún bien a nuestra literatura. Son novelas insufribles, que rara vez cruzan los Pirineos. El Hereje de Delibes, por ejemplo, que es una de las mejores novelas de este autor, si no la mejor, contiene pasajes insufribles, latosísimos, como por ejemplo cuando se pone a describirnos el cultivo del barbecho. Y a mí qué coño me importa el barbecho. O Madera de héroe, una novela que empieza muy bien y que a la mitad hay que dejarla por tediosa. Son paleterías que no le hacen ningún bien a nuestra literatura y a nuestros autores, como si España siguiera siendo ese poblacho que igual nunca dejó de ser.

(Pido disculpas de antemano a los que le molesten estas palabras. Delibes, Cela y Marsé son, para mí, los tres mejores escritores de la segunda mitad del XX, tras la muerte de Baroja. Es por poner algunos peros; por dar algo de juego al blog y porque no todo van a ser halagos)

A. C. dijo...

Todavía tengo por anotar alguna de las intervenciones anteriores. Ahora hemos ampliado la cuestión, y llegamos a Cela, nada menos. Sobre todo ello me gustaría introducir algunas apreciaciones cuando me desatasque del amasijo de hierros en el que me he metido, pero sí quisiera, hablando de realismo y/o de verosimilitud, introducir un detalle del que se dio cuenta el gran Gibbon y luego mencionó, cómo no, el no menos grande Borges, y es que, al parecer, en todo el Corán aparece ni una sola vez la palabra 'camello'.

conde-duque dijo...

Buenas noches.
Martín, he oído y leído muchas veces que Marsé es de los grandes, y he querido creérmelo, pero cada vez que cojo uno de sus libros se me cae de las manos a las pocas páginas. A lo mejor he fallado en la elección de los libros, no sé. Si tienes tiempo, ponnos un trozo, please.
Don Antonio, espero que cuando esté más libre nos revelará la moraleja de lo del "camello", que es que ahora no lo pillo (¿será porque he visto el Debate sobre el Estado de la Nación y me he quedado alelao?). Y ánimos para continuar con el folletín de este año, que es realmente genial.
Os lo recomiendo a todos: pinchad en Bernardinas.

conde-duque dijo...

En cuanto a lo otro, soy consciente de que es políticamente incorrecto elogiar a Cela ahora, cuando todavía retumban ciertos oropeles y glorias mundanas, pero estoy convencido de que dentro de 50 años, cuando a nadie le importe la morralla extraliteraria, se le volverá a valorar como uno de los grandes.
Los nietos de Solana, como bien nacidos, deben ser agradecidos.

Mabalot dijo...

Buenas. Cuando Conde-Duque habla de Cela sé a qué se refiere; entiendo porqué le gusta. Yo lo leí y ahora sigo gustando de esos apuntes carpetovetónicos, y sobre todo de ese Viaje a la Alcarria, que sigue pareciéndome muy agradable, muy bueno. Quizá la definición que hace de los apuntes defina mi género literario favorito. Pero es el Cela extraordinario, fuera de su cauce normal, y por supuesto ajeno a esos libros de su última época que son bastante aburridos, como Marsé, que será grande pero que no leo, aunque lo intenté.
Qué tiene un fondo y tal: pues vale, pero decepciona, y no poco. Lo que no entiendo es eso de invocar lo políticamente correcto o incorrecto; aquí, yo creo, que hablamos de literatura, y lo demás nos importa poco. No creo que el juicio literario de Cela, aquí al menos (y en general), esté supeditado o muy influido por a quien se arrimó el tío. Es una forma de negar el escaso valor de parte de su obra.

Quitando estilos y teorías literarias, el problema de Cela es uno más hondo y determinante; nunca fue capaz de ser él mismo, de hacer lo que le salía de dentro. Estaba tan enterrado entre quilos de "máscara" que apenas asomaba un poco cuando era necesario. A fin de cuentas, el estilo ampuloso y también el gran estilo (tipo Benet) son recursos de cobardes.
Repitió los trucos que conocía como un virtuoso al que se jaleaba.

A pesar de este comentario estoy, más de lo que crees, de acuerdo con ese Cela que te gusta. Ya hablaremos más del Viaje, que es un referente aquí.

Y el folletín de este año es la leche; todos a Bernardinas. Cada día un capítulo.

conde-duque dijo...

Sí, sí, políticamente incorrecto (y no hablo en términos PP-PSOE) sobre todo dentro del mundillo literario. Será la teoría del péndulo. Cuántos escritores hay que reniegan de su influencia mientras imitan su estilo descaradamente...
Al margen de opiniones sobre obras concretas (hay que dejar libres los gustos de cada cual), Cela tiene que estar aquí necesariamente como el mayor solanista que ha habido (admirador de Solana y continuador de su mirada, se entiende). Creo que sólo Gómez de la Serna y Eugenio d´Ors se adelantaron a él en esta reivindicación. Después venimos todos los demás. De ahí la deuda.
Os recuerdo cómo comenzó Cela su discurso de entrada en la Real Academia Española sobre "La obra literaria del pintor Solana" (que sin duda es el mayor homenaje que se le ha hecho a nuestro admirado pintor-escritor):
"Al pintor José Gutiérrez-Solana, en sus escritos, le cabrían como anillo al dedo unas palabras de Pío Barjoa hablando del estilo: "Yo creo que aquí [en la literatura, en el estilo] debe pasar como en un retrato, que es mejor como retrato (no como obra artística) cuanto más se parezc al retratado, no cuanto más bonito sea. Así, el hombre sencillo, humilde y descuidado tendrá su perfección en el estilo sencillo, humilde y descuidado, y el hombre retórico, altisonante y gongorino, en el estilo retórico, altisonante y gongorino. [...]"
No sé, me cuesta pensar que después olvidase todas estas cosas. El impulso experimentalista, de ir más allá, lo tuvo siempre, y no creo que se pueda explicar por razones psicoanalíticas y extraliterarias, como que quería el aplauso fácil...

Anónimo dijo...

Lo del aburrimiento leyendo a cierto autor es muy personal, y se debe principalmente al interés que uno tenga con respecto a lo que lee. A mí los anarquistas, los niños y los pijoapartes de Marsé me interesan mucho, no así tanto lo que cuenta Cela. Yo, cuando leo, lo mismo que cuando escucho una canción o veo una peli, lo que busco es la emoción, que lo que leo, o escucho o veo me llegue dentro, me toque la fibra, me ponga los pelos de punta de la emoción. Esto, actualmente, no lo encuentro en ningún otro autor más que en Marsé. Ciertos pasajes del Si te dicen que caí, ciertos diálogos de Rabos de lagartija, el suicidio de Montse en La oscura historia, el final del Embrujo, etcétera me emocionan bastante. A mí me gusta más el narrador que el intelectual, el que es capaz de hacerte sentir que el que sólo te hace pensar. Que yo me emocione con Marsé, o con algunas conversaciones del Quijote, o con Fortunata o con Dickens es, claro, cosa mía, sentimientos muy personales que no busco que nadie comparta conmigo. Está de más decir esto. No quiero imponer mis gustos a nadie. Yo en las novelas (pues soy más de novelas que de libros de otro tipo; confío en la ficción a la hora de buscar verdades) busco vida y verdad, aunque estén descritas torpemente; no busco prosas recargadas, barrocas y bellas, que siempre relegan la vida en favor del lucimiento personal del escritor. A mí me habría gustado Cela si él mismo hubiese hecho caso de sí mismo, de lo que pensaba, de esas palabras de Pío Baroja que pronunció refiriéndose a Solana. Cela, con los años, tiende constantemente a la grandilocuencia, a la prosa hinchada y ampulosa. Gómez de la Serna no me gusta y Eugenio d'Ors tampoco.

Lamento ser la mosca cojonera del blog. Creo que busco un camino distinto al vuestro, quizás hasta opuesto. Conocí el blog por casualidad, y la cita de Azorín me animó a escribir. Pero para mi desgracia creo que no pertenezco a la generación 2007, ni soy nieto de Solana, y seguramente sea un malnacido. Y yo que lo lamento!

(El folletin de Bernardinas está muy bien; creo que ya lo dije aquí. Tiene párrafos y diálogos que recuerdan a Dickens)

conde-duque dijo...

Martín, no entiendo tu última intervención. No tienes que justificarte. Tú di lo que te dé la gana. Ni mosca cojonera ni leches.
"Gómez de la Serna no me gusta y Eugenio d´Ors tampoco". Pues vale. Aquí nadie ha dicho nada.
Ahora, poner a Marsé al lado del Quijote, Galdós o Dickens me parece excesivo.

conde-duque dijo...

A ver, nota explicativa innecesaria (pero lo digo por si acaso, que nunca se sabe): Aquí cada uno pone lo que le parezca (mientras no se meta con los demás, claro). Sería aburridísimo que todos pensásemos lo mismo. Está claro que hay cierta afinidad de gustos (y también discrepancias), pero eso no implica nada, Martín: los gustos son sólo eso: gustos. No creo que haya que darles mucha importancia (a los míos no se lo doy, aunque sé que mucha gente se lo toma muy a pecho: dices que odias La Oreja de Van Gogh y se lo toman como si hubieses insultado a su padre). Como si alguien quiere poner verde a Solana: "ese retrasado que no sabía nada de sintaxis", por ejemplo. Bueno, no, mejor a Solana no me lo toquéis que se me hincha la vena (es coña)...
Aquí no hay secta compacta ni grupo por encima de los individuos.
En general, a mí me gusta que se pongan trozos, para poder comprobar y degustar lo que les gusta a los otros (así se disfruta más), pero evidentemente no hace falta.
Yo intento ver todo esto relajadamente. Espero que no vayamos perdiendo comentaristas: yo echo de menos a Porto, Erasmo y Azófar, por ejemplo. Martín, tú no te vayas.

Anónimo dijo...

A Marsé lo pongo al lado de Dickens y Galdós en mis gustos. No en ningún libro de texto de literatura, que no me interesan. Yo cuando me emociono con algo no pienso si esto estará a la altura de Cervantes o de Galdós. Me emociona y punto.

Lo que quería decir con el anterior comentario es que veo, por los autores que os gustan y que manejáis, que tendéis al garabato intelectual, cosa que a mí me repele bastante. Igual me equivoco. Pero d'Ors, Gómez de la Serna, Cela (sólo falta Umbral) van o fueron por ahí. Y no le veo sentido a amargaros la fiesta con mis comentarios, a llenar esto de manchones. Lo cual no quiere decir que no siga leyendo el blog con gusto; me parece un gran blog, en donde se habla de literatura con placer y exponiendo ideas a veces interesantes.

Por otra parte, yo creo que está muy bien tener maestros e influencias (uno siempre escribe a partir de algo) pero luego uno ha de llevar su personalidad a la página al margen de maestros e influencias, a veces incluso en contra de ellos, y esto no quiere decir que se sea desagradecido. Simplemente que uno, como escritor, tiene la obligación de dejarse las tripas en lo que escribe y de escribir lo que piensa sin pensar en nadie, ni en el lector siquiera; la obligación de alejarse de lo aprendido precisamente porque ya está asimilado, y la obligación de evitar las teorías, las lecciones, los lugares comunes y las herencias por muy buenas que sean. Yo lo veo así, vaya. Si no, no le veo sentido a escribir. Yo, como Baroja, creo que se debe escribir como se siente, y que el escritor debe presentarse tal cual es, con sus fallos y sus cosas buenas. En lo natural, o en lo aparentemente natural, está lo bueno, la verdad, lo que el tiempo no logrará destruir. Lo que se dice con sinceridad quedará, aunque se diga malamente. Cela es un autor bastante artificioso y solapado. Por eso lo que más me gusta de él es el Viaje a la Alcarria, que es un libro que parece escrito en un voleo (esos párrafos suyos que has puesto de verdad que son maravillosos) y sus primeras novelas, que respiran vida. Lo demás me parece un poco traído por los pelos de la modernez, o modernidad. Y una moda dura lo que tarda en ser suplantada por otra. Lo mismo que las ideas, que se enmohecen rápido. La sinceridad, sin embargo, no caduca nunca. Escribir bien es tan fácil, o tan difícil, como coger papel y boli y escribir lo que sientas en ese momento. Pero para poder escribir lo que sientes hace falta, primero, saber qué sientes, es decir, conocerte o estar dispuesto a conocerte (tarea bastante desagradable) y segundo sentir algo, sentir con las tripas, y no con el intelecto, que siempre es pedante, pretencioso y confuso. La estructura, la trama, el estilo, todo esto es secundario para mí. Hablo de novelas, que quede claro. Las memorias o libros de ensayo es otra cosa.

A. C. dijo...

Me muerdo los dedos, amigos, para no pasar el día dialogando una por una con vuestras sabrosas intervenciones. Cela, por ejemplo, de quien recomiento a todos los solaneros su 'Primer viaje andaluz', que és el más solanesco de todos (más que Del 'Miño al Bidasoa', cuando Cela ya empezaba a dormirse en la suerte).
Todo en su momento. Ahora me esperan las hermanas Sangüesa, que están ensayando unas arias de Wagner. Os agradezco mucho vuestros ánimos, no sabéis la tormenta de dudas que azota el barco cuando te metes a galeras. Ahora sólo quería resolver la duda de Conde-duque. La anécdota del camello no está incluida, pero debería, en la 'Mímesis' de Erich Auerbach, uno de los libros que más me ha enseñado sobre literatura. Ese libro, un tratado sobre la verosimilitud, gustaría a Martín (cuyas entradas me gustan mucho: son un placer de lectura, como todas las que se meten en este cuarto y no tienen desperdicio), porque difeerencia claramente realismo de verosimilitud y porque va un paso más: la realidad no necesita elementos de la realidad sino elementos que hagan real la narración, y este es el vínculo entre Kafka y Tolstoi, por ejemplo. Si te nombrasen alguna especie viva que debe aparecer por cojones en el Corán, todos nombraríamos al camello, y sin embargo no es necesario para conseguir la potencia real (Steiner insistía en este punto en 'Presencias reales', que se acaba de reeditar) de un texto como ese.
En fin, las Sangüesa. Perdonad el desbarajuste de paréntesis, pero si me lío no paro. Salud

A. C. dijo...

Por cierto, Martín, que Cela escribió el 'Viaje a la Alcarria' en seis días. Yo creo que por eso es su obra maestra absoluta.

Anónimo dijo...

Coño, Bernardinas. El vello de punta me has puesto. Claro que me haré con ese libro. Muchas gracias. Es justamente lo que yo pienso, lo que he querido decir en los anteriores comentarios sin conseguirlo.

conde-duque dijo...

Buenas, don Antonio. Gracias por la explicación y por la recomendación. Y adelante con el folletín, ya nos contarás más cosas cuando estés libre. Sobre todo me gustaría una entrada sobre la relación entre rapidez y calidad en la literatura, que creo que tienes una teoría al respecto.
Martín, a ver: mi referencia a Gómez de la Serna y a D´Ors era simplemente porque fueron de los primeros que elogiaron a Solana.
Veo que tienes las cosas muy claras.

Anónimo dijo...

Dice Baroja que pintor de muchas veladuras, mal pintor. Lo mismo se puede decir de los escritores. Escritor de muchos parches, de muchas correcciones, mal escritor. A Dickens no parece haberle costado mucho escribir sus novelas; a Galdós tampoco; a Cervantes tampoco su Quijote; a Baroja, menos. Por eso son escritores bastante prolíficos. Marsé, en cambio, corrige mucho sus novelas. Son novelas muy trabajadas, de muchas veladuras, las suyas. Porque él dice que es consciente de sus propias limitaciones como escritor, cosa que le honra. Y Cela, en la entrevista de A fondo, alude a un compañero suyo que un día le dijo: Yo una novela la hago en dos meses, y le contestó Cela: Ya se nota, ya.

Digo todo esto intentando contestar al tema de la rapidez y la calidad en la literatura planteado por Conde-Duque. También yo espero la teoría de Bernardinas, o don Antonio, al que también le animo a seguir con el folletín, muy bien escrito y con bastante aplomo, que es lo que se echa de menos en la literatura que se hace actualmente. Escribir hoy día La regenta, o Fortunata y Jacinta es impensable. Dice Antonio López en El sol del membrillo que una de las enseñanzas que más le ha servido con el tiempo es lo que le dijo un profesor a la hora de pintar: Más entero, le decía, más entero. Hoy día hay muchas novelas vacías; se echan en falta novelas más enteras. Y no hablo de tochos insufribles, sino de perfilar bien los personajes, como el pintor debe perfilar e insistir con lo que quiera pintar, ya sea un búcaro o el rostro de un hombre, hasta que la cosa retratada tenga realidad por sí misma.

Os leo. Saludos.

Portarosa dijo...

¡Eh, que estoy aquí, que estoy aquí!

Es que estoy de vacaciones y vengo menos a la red.

Me parece todo bien (me repito). Da gusto leer este blog (aunque no pueda maximizar este recuadro...). Y creo que Martín tiene que seguir poniendo pegas, sin duda.

Discrepo, sin embargo, en el unánime rechazo al Cela más tardío. Sin considerar sus muy últimos libros, ya los de un personaje y no de un escritor, yo, como ya dije, disfruté no mucho sino muchísimo de Mazurca o de San Camilo, por ejemplo.

El texto colgado, el de la Alcarria, es simplemente maravilloso.

Un abrazo a todos.

conde-duque dijo...

Qué suerte... De vacaciones. ¿Y dónde, si puede saberse? ¿En casita o en algún lugar exótico?
Yo creo que si das a la hora (en este caso, "15.00") se abren los comentarios a toda página, ¿no?
Un abrazo.

Mabalot dijo...

Se ha montado, al parecer. Esto sí es tertulia, que no discusión, que no la veo por ninguna parte, en realidad.

Tomo nota de la recomendaciones; de don Antonio. Leeré al Cela viajero que aún no leí. Y sí, 6 días para el Viaje a la Alcarria, con notas tomadas por el camino. Prefiero a ese tipo de escritores que escriben rápido y con facilidad, un poco a la buena de dios. Pensar media hora una frase hace que tardes media hora en leerla, en entenderla.

Martín dice cosas en las que yo también creo. Pero con menos vehemencia quedan mejor siempre estas cosas; más que nada porque son "verdades" muy personales, que tienen mucho quye ver con el tipo de individuo que es cada uno (ni bueno ni malo, cada uno es distinto)y con el tipo de escritor que puede ser. Sí, hay unos gustos y unas cuantas creencias pero eso tampoco significa cerrarse a otras cosas. Dejémonos de ortodoxias.

Y ese realismo, sí, lo diferenciamos de verosimilitud, que es lo estábamos diciendo, aunque costase hacerse entender.

De Martín destaco esto; "uno ha de llevar su personalidad a la página al margen de maestros e influencias, a veces incluso en contra de ellos, y esto no quiere decir que se sea desagradecido. Simplemente que uno, como escritor, tiene la obligación de dejarse las tripas en lo que escribe y de escribir lo que piensa sin pensar en nadie, ni en el lector siquiera; la obligación de alejarse de lo aprendido precisamente porque ya está asimilado, y la obligación de evitar las teorías, las lecciones, los lugares comunes y las herencias por muy buenas que sean" (en lo del lector no estoy tan seguro, porque pajas son pajas...)

En fin, que yo al colega Martín, aunque él se defina así, no lo veo nada mosca cojonera, al contrario. Discrepo quizá en ese tener las cosas tan claras, que para eso ya están los de la cope. Da igual el qué; aquí hablamos de literatura, con un mínimo común denominador, no somos gemelos, o trillizos, y se busca el debate, la aportación de ideas, libros, autores.

Por ejemplo; si tanto te gusta Marsé escribe algo sobre él, o sobre quien quieras. Esto es una cutre-revista (a lo mejor algún día hacemos algo en papel) y en esta cueva cabemos todos...

Saludos a todos. Hoy por fin salió el sol; este año galicia se mantuvo en el tópico.

conde-duque dijo...

Por cierto, Mabalot, ya tengo los billetes para Vigo. Voy el día 1 de agosto. Ya hablaremos para quedar y hacer esa cena fundacional de la Generación y beber tinto de Barrantes a la salud de Cunqueiro.

Mabalot dijo...

¿Garabato intelectual? Mandeeeeee...
¿Qué es eso?
Justo ahora acaba de entrar una mosca en este cuarto; una mosca de esas que hacen run run al volar. No es metafórico. Siempre aparece una mosca en el momento clave; el otro día estaba a punto de empezar a escribir una novela de la leche y una mosca vino a fastidiarme, y tuve que dejarla para otro día. Martín, todos estamos aquí para aprender; como dijo nuestro bienquerido Cervantes parafraseando a no sé ya quién (Plinio el Viejo, creo); No hay libro malo que no tenga algo bueno.
Pues hasta Cela tiene libros con cosas buenas, hasta Umbral (vade retro), hasta Javier Marías, supongo. He leído siempre de forma desodernada y apasionada (ahora soy más selectivo), guiado por una curiosidad que me llevaba de aquí para allá como si fuese a encontrar un tesoro enterrado entre las páginas de un libro.

Incluso opino una cosa: a veces es buenísimo (para el que quiere escribir) leer libros muy malos, de los que estoy seguro se aprende más que de muchas obras maestras. Cada uno tiene sus obras maestras, además; no todas las consideradas obras maestras pueden ser obras maestras para todos.

Te invito, Martín, con permiso de mis compañeros de blog, a que nos mandes algo y lo publicamos. Al menos por lo que te gusta tiene que interesarme.

(Conde, pois benvido. No sé dónde vas a estar, Vigo, Pontevedra, Ourense... Pero brindamos con una taza de barrantes.)

Anónimo dijo...

Acabo de asomarme por esta cueva, como lo denomina nuestro amigo Mabalot, y observo que se han dicho cosas muy interesantes que merece la pena comentar. Vaya por delante mi convencimiento de que en un ágora como éste encajan mejor las opiniones poliédricas que la insulsa planicie cúbica. Por otra parte, un polígono puede tener un número infinito de lados, pero ninguno de ellos puede ser un círculo. Así es que, Martín, mucho ánimo. Suscribo palabra por palabra todo lo que han escrito Conde-Duque y Mabalot al respecto.

No reconocer a estas alturas la calidad literaria de Cela me parece, sencillamente, una estupidez, con independencia de los gustos de cada cual. La publicación en 1942 de su primera novela La familia de Pascual Duarte supuso, nada más y nada menos, que el reconocimiento inmediato como autor y como la figura más importante de la narrativa española de la posguerra. Desde mi punto de vista volvería a acertar de pleno con Viaje a la Alcarria, su mejor libro de viajes -nada comparable con del Miño al Bidasoa o Primer viaje andaluz, que es un reportaje- y la Colmena. Este es, en mi opinión, el mejor Cela, el más vigoroso, el más escritor. Sin embargo, no me gustó su experimento en Oficio de tinieblas, pero comparto la tesis de Mabalot respecto a Mazurca y San Camilo. Y es una pena que no atinara del todo, a mi juicio, con su última obra de la trilogía dedicada a Galicia, Madera de boj, porque sería su broche de oro. Aunque lo intentó. Y Cela era también un maestro de la paciencia (no hay más que recordar su lema: "Quien resiste, gana"). Este libro lo estaba escribiendo cuando le dieron el Nobel y consta que fue uno de los que más le costó parir, al punto de que rompió todo lo que había escrito para reiniciarlo de nuevo.

Otro apunte: estoy plenamente de acuerdo con Conde-Duque sobre lo que dice de Gómez de la Serna y Eugenio D´Ors. Y no estoy convencido, como él, respecto a Juan Marsé aunque reconozco que sobre este autor no tengo criterio porque lo he ignorado (mea culpa). Así es que Martín, de nada sirve discutir acerca de gustos, en parte porque muchos gustos están por encima de cualquier discusión.

Último apunte. No tengo tan claro lo de la rapidez y la calidad. Pero vayamos por partes. Por un lado, todo lo que se hace apresuradamente está condenado a ser anticuado. Quienes escriben artículos de opinión, y a veces crítica literaria en los periódicos, siempre están retrasados. Y están retrasados porque están obligados a apoyarse en sus anticuados puntos de vista porque no tienen tiempo para concebir unos nuevos. Lo mismo sucede con el escritor fácil: en numerosas ocasiones el editor le exige publicar con tanta rapidez que estoy convencido de que buenas historias se echan a perder por grandes autores a causa de esto. Es lo que podríamos definir como la literatura de almanaque, de calendario.

Por otra parte, está el talento. Dice Martín, y dice bien, que nadie está obligado a escribir pero cuando lo hace debe someterse a la crítica y al gusto del público. Escribir bien es un don, un arte que se nace con él y que se va puliendo a medida que uno desgasta la vida. No hay mejor caldo que el que se hace con la gallina vieja.

Pero lo peor que le puede ocurrir a un escritor es que sea vanidoso en exceso. Unos, por saber tirar tres líneas con regla y compás, se consideran Euclides y otros por garabatear un folio se creen escritores. Toda la gran literatura ha sido siempre alegórica, y alegórica de una visión del universo en su conjunto. Decía Chesterton que la Ilíada es grande porque toda la vida es una batalla, la Odisea lo es porque toda la vida es un viaje y el Libro de Job porque toda la vida es un enigma. Si la literatura es de verdad literatura lo es porque debe tener su propia versión del cosmos que ofrecer, y si no es así no será buena literatura.

La calidad no está reñida con la rapidez y tampoco con la paciencia. Lo que sucede es que en esto del escribir hay que estar muy rodado y hay que sacar callo en los dedos porque es muy difícil llegar y besar el santo. A Cela le ocurrió con la Familia de Pascual Duarte, pero es que Cela fue un genio como lo fue Einstein que vivió toda su vida de su teoría de la relatividad (1905), desarrollada cuando tenía veintitantos años. Sucede muchas veces que escribes y escribes y ¡zas¡ das en el clavo cuando tienes más de 50 como le ocurrió a Cervantes con el Quijote (la segunda parte la escribió con 67 años) y otras veces aciertas a la primera como Cela. Pero eso no quiere decir nada, o muy poco. Lo peor que le puede ocurrir a un escritor es que lo adulen cuando no ha hecho nada. La adulación es moneda muy corriente hoy, sobre todo si perteneces a tal o cuál cuadra. Prestigio y adulación van muchas veces de la mano, pero esto no es siempre así. La adulación es muy común porque vivimos en un mundo de imágenes y por eso algunos gozan de prestigio cuando no lo merecen. La adulación solo está desprestigiada entre los que se preocupan más de los nombres de las cosas, del fondo, que de las cosas mismas. La sinceridad, por tanto, es incompatible con la adulación. El espíritu humano está hecho de tal suerte, que le es más accesible la mentira que la verdad. Pero engañarse, se dirá, es deplorable: más deplorable aún es no engañarse. Creo que fue Goethe quien dijo aquello de que el genio está compuesto de un 90% de trabajo, trabajo y trabajo y solamente un 10% de genialidad.

Suyo, E.

PD: Conde, es posible que vaya a Galicia unos días en agosto. Tal vez podríamos encontrarnos por allí usted, Mabalot, don Manuel y un servidor. ¿Qué le parece?

conde-duque dijo...

Me parece estupendísimamente. La juerga puede ser espectacular... ¡Van a arder las Galicias!
(Yo voy a la ría de Pontevedra, pero me traslado donde haga falta.)

Anónimo dijo...

Pues nada. A ver cómo contactamos. Les puedo preparar una encerrona espectaular. Como en una partida de póker(¿recuerdan aquella película cuyos protagonistas eran Steve Mc Queen y Edward G. Robinson?). Sin límite de tiempo, con barrantes o albariño, y en un escenario embrujado, en las cercanías de Cangas, en pleno monte. Si sale, esto puede ser la bomba. Desde luego que estoy dispuesto a que salten chispas. Les aseguro que puede ser inolvidable...o insufrible.

E.

Portarosa dijo...

Muy bien todo, Erasmo y compañía.

Yo no juego al póker, pero estoy en Galicia, algo más al norte. Soy todo oídos, si ustedes desean gritarme.

Saludos.

Anónimo dijo...

Buenos días.
Me parece que voy a entrar con mal pie.
De casi todos los escritores es conocido que Cela no escribía todo lo que publicaba.
Cuando empecé El Hereje de Delibes, en la página veinticinco, me paré ¿Donde estaba el Delibes conocido? Volví al inicio y miré, nada más y nada menos que veinticinco colaboradores para el libro al que le sobran la mitad de las páginas.

Saludos cordiales

Mabalot dijo...

Luna, no entiendo nada. ¿A qué viene tu comentario?

Saludos cordiales.