"Barcelona, año 1890. Un joven estudiante de violoncelo, de trece años, merodea en compañía de su padre por viejas tiendas de música en busca de partituras. Tras no encontrar nada que le entusiasme, el azar quiere que dé con un legajo polvoriento que permanece olvidado en el anaquel de una de esas tiendas. Contiene: Seis Suites para Violoncelo Solo, de Johann Sebastian Bach. El muchacho mira las partituras sorprendido; no sabía de la existencia de tales obras. Su maestro no le ha hablado de ellas, quizás tampoco las conozca; a nadie jamás ha oído nombrarlas... Su padre paga una modesta suma por ellas y los dos salen de la tienda. El joven estudiante está contento por su hallazgo, pero aún no sabe que esa música dormida que lleva bajo el brazo habrá de cambiarle la existencia.
Efectivamente, fue ese niño, llamado Pau Casals, que con el tiempo habría de convertirse en uno de los violoncelistas más virtuosos de la historia, quien descubrió, o mejor, redescubrió, aquel tesoro musical que permanecía en el olvido.
Como otras obras de J.S. Bach, las seis suites para violoncelo fueron tenidas por algunos como tedioso sejercicios para estudiantes. Hasta el feliz momento del hallazgo de Casals, apenas fueron interpretadas y, desde luego, nunca tocadas en serie. Fue el intérprete catalán quien, tras años de profundo estudio de todas las suites, las interpretó en público por vez primera. Entonces asombró a la humanidad con aquella música intemporal y abstracta, severa a la vez que elegante, dulce y honda... Aquella música que había despertado rebosante de vida a un mundo que ya nunca podría olvidarla." (Juan Montil Goy)
NO todo van a ser libros. Cuelgo esto aquí porque tiene mucho que ver, esta interpretación, con lo que se viene hablando por estos pagos de la literatura. Relaciono la interpretación de Casals con la escritura de Cervantes, Baroja, Galdós. Podéis escuchar interpretaciones más dulces, melodiosas, amables, limpias, brillantes, pero estos almíbares no son sino disfraces que entretienen lo que tiene que decir la música. Resumiendo; que toca de puta madre, no hay mejor interpretación que esta, aunque todo violonchelista se pasa la vida ahora tocando una y otra vez estas suites de Bach y desde Casals ha habido unos cuántos notables. Pero el maestro es el maestro.
Escucharlo casi es aprender a escribir, o desaprender, que casi es mejor.
(Por supuesto os saltáis al franchute...)
21/1/08
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15 comentarios:
Qué bonito como lo explicas, Maba. Me resulta muy raro Bach para cello. Y milagrosa su ejecución. Pero al cabo de un rato, aparece mi Bach de siempre a ordenar el caos del mundo y, como cuando era pequeña y conseguía terminar una de sus fugas con el aliento contenido y el corazón a ritmo de metrónomo, todo vuelve a estar en su lugar. Gracias por estos momentos de suprema calma.
Lástima que no se oigan esos débiles gemidos con que se solía acompañar el maestro, el éxtasis más pudoroso que cabe imaginar. Un placer. Otro.
Me gustarías que concretases más eso de que se parece a la escritura de Cervantes o Baroja. ¿En qué? ¿Qué rasgos comunes tienen?
Gracias, Luisa. Tú que has tocado, y tocas, mete baza aquí cuando puedas. Y Antonio tiene razón; tengo una grabación en la que se escucha su respiración, la agitación. Como Glen Gould, que cantaba mientras tocaba; un gozo.
La pregunta de Conde me parece excelente, pero tiene telita. Por una u otra razón he escuchado estas suites cientos de veces. Son ahora algo bastante popular, y la prueba de fuego del violonchelista. Supongo que estamos de acuerdo en qué las interpretaciones de cada músico tienen su estilo y difieren unas de otras. En esto estamos igual que en la literatura; hay estilos más secos, más adornados, más limpios...
Entendemos que la prosa de Baroja y Cervantes tienen una raíz cercana, o que parten de una misma base, que es la preocupación más por el qué que por el cómo. O el interés en la prosa se centra en que lo se diga se puede decir de varias formas y la mejor es la más clara y sencilla, despreciando un poco el sentido estético o poético que pueda tener esa prosa.
Yo veo, sin echarle mucho "cuento" teórico (es algo que se percibe, aunque no se sepa explicar, o no se pueda), una semejanza "de familia" en las cosas de un Cervantes, Galdós, en cine Buñuel, por ejemplo, y no lo digo porque este se basara en varias novelas de Galdós etcétera. Y también encuentro esa semejanza familiar, que repito, no sé de donde viene y a qué se debe (no sé si es algo voluntario, o sólo voluntario), en este músico, el catalán.
Y ahora concretando; sabemos cómo es la prosa de Cervantes/Baroja (por cierto, te meto a ti en esta semejanza familiar, quieras o no), una prosa como natural, menos redonda, menos hermosa por menos centrada en sí misma, en gozar de sí misma, de mirarse al ombligo. Un adjetivo mira a su sustantivo, y no está tan pendiente de su posible combinación con otros elementos de la frase, si queda bien o no.
Lo digo en el post:"Podéis escuchar interpretaciones más dulces, melodiosas, amables, limpias, brillantes, pero estos almíbares no son sino disfraces que entretienen lo que tiene que decir la música."
Cervantes busca entretener con lo que tiene que decir, contar, quiere que veamos lo que pasa, y no tanto qué nos fijemos en su escritura. Si él lo ve al escribirlo intenta que lo que escribe se aproxime al máximo a lo que ve (imagina). Lo mismo el músico, que tiene su estilo, a pesar de él también, aunque intente rasurar ciertos defectos o tendencias de masiado acusadas. O quizá no. El Vivaldi de hoy y de algunas interpretaciones no tiene mucho que ver con el Vivaldi de principios de siglo, por ejemplo.
Hay una voluntad y hay una RESPIRACIóN, y todo eso se traduce en el fraseo de cada músico, el tempo, los acentos, las pausas... LA RESPIRACIÓN.
Yo diría que el estilo es la respiración de la escritura, y de la música. Quizá en la literatura es menos evidente a primera vista, en la música es básico, según estoy harto de oír y de comprobar.
Aquí varias interpretaciones:
Maisky:
http://www.youtube.com/watch?v=
S6yuR8efotI&feature=related
Rostropovich:
http://www.youtube.com/watch?v=
LU_QR_FTt3E&feature=related
YO-YO MA:
http://www.youtube.com/watch?v=
dZn_VBgkPNY&feature=related
Espero aclarar algo.Parto los enlaces porque creo que no entran en el comentario al publicarlo si los dejo tal cual vienen, en el mismo renglón.
Gracias por la explicación, doctor Mabalotti.
En realidad ya suponía por dónde iban los tiros (a estas alturas ya nos conocemos un poco), pero quería que te explayases un poco, que se lo explicases a todos (jeje, soy malvado...).
No, ya en serio. Es un asunto muy comlicado. La verdad es que como no entiendo de música no puedo percibir muy bien todo eso de la respiración. En música hay cosas que me gustan y me emocionan, sin más, pero no sé por qué. Me gustaría saber más. Soy un ignorante total.
En literatura o cine ya lo veo más claro eso del estilo sin estilo.
Ah, y muchas gracias por incluirme en tan selecto club. Ya me gustaría, ya.
Poned más cosas de música clásica, a ver si aprendo algo!!!!!!!!!
Magnífica explicación. Muchas gracias, Mabalot. Yo sólo me permitiría añadir una cosa, y ello porque me da pie a insistir en un tema que va saliendo de vez en cuando.
Los dos ejemplos que citas, Cervantes y Baroja, se parecen en una cosa: en ambos casos escuchas a alguien que no está leyendo. todas sus novelas se pueden seguir igual de bien oídas que leídas. Cervantes es de la escuela de Juan de Valdés, la escritura oral, el escribir como se habla, o como se puede hablar sin parecer pedante ni redicho ni tumultuoso. El hablar natural, vaya. El encanto de Baroja consiste en que ese hablar natural es una voz amiga, pero no la voz que buscaba Umbral, que era una investigación en la escritura, sino la que se busca en las palabras de la gente, que con frecuencia encuentra instintivamente la línea recta entre dos puntos. En ellos el método no es el objeto sino el medio. Buñuel, muy a propósito, elegía siempre el decorado menos solemne, más indiferente, aquel que permitiera que nuestra imaginación se adaptase al hecho pero no se regodeara del entorno del hecho. No, yo cuando defiendo la búsqueda de la voz no pienso en Umbral sino en Baroja, en su amable carraspera. Y, claro, cada cual la suya.
¿Y cómo se traduce todo esto a términos musicales? Me gustaría meter la nariz en ese grado de conocimiento del lenguaje musical que me hiciese percibir su naturalidad, su comprensión inmediata y absoluta. Su transparencia. No ocultar las intenciones es uno de los riesgos más sanos que se pueden correr en literatura.
A ver si abundan esas crónicas musicales. En mi condición de oyente sin educar, me resultan tan gratificantes como los comentarios de Arteaga en Radio Clásica, que no sé si os cae bien.
En fin, chico, encantado de este giro musical. Ya sólo falta que Luisa y Mabalot interpreten el andante para la sonata nº 1 para violonchelo y piano en sol mayor, BWV 1027, de Bach. Por escrito.
Por escrito sí, uno al menos. Luisa domina ambos campos, ella puede elegir.
ESTE giro musical es para insistir en lo mismo (le da la impresión a uno que se repite) aunque con lo de la música.
En todo caso soy un escuchador, nada más, ni bueno ni malo, pero interesado digamos, y como mi mujer es músico se me ha acabado haciendo una oreja algo acostumbrada a esas cosas.
En realidad siento más admiración (envidia quizá) por un gran músico que por un escritor. Y cuando digo un gran músico no me refiero a un virtuoso, a un deportista musical... Esos no me interesan nada, me aburren.
La música es abstracta, me parece más elemental. Para entenderla (otro entendimiento, instintivo) no hace falta saber nada, ni siquiera leer; solo escuchar. Pasa de largo por la zona del seso más gris, más pensador.
Pero cada cual a lo suyo. Soy un tipo de libro. Pienso leyendo, pienso escribiendo. Suele ser el músico un ejemplar más básico de ser humano, más artista verdadero, menos reflexivo.
No, yo qué voy a dominar... Toqué el piano casi a diario desde los siete a los diecinueve años. A veces, muchas horas. Fue algo impuesto con la mejor voluntad, pero con una pedagogía criminal, que me ha hecho incapaz de cosas tan sencillas como improvisar. A partir de los trece años tuve un profesor maravilloso, Fernando Puchol, que hizo todo lo posible por abrir esa rigidez que se me había impuesto en mis primeros años. Consiguió lo máximo que yo creo que nadie hubiera podido conseguir; pero no lo suficiente para que pasase de la ascesis a la libertad. Años después de terminar la carrera, comencé a no poder tocar delante de nadie. Así que dejé de tocar, regalé mi piano a alguien que era feliz con él y dejé esa parte de mi vida aguardando a que llegue el momento de ocuparme de ella. Me expreso escribiendo como no podía expresarme interpretando: yo ejecutaba, es decir, no era partícipe de la creación, de ahí la neurosis. En consecuencia, la música es, para mí, un placer complicado. Tiene que tener su momento y su por qué. No entiendo, por ejemplo, la "música de fondo" salvo ciertas cosas muy concretas, nunca una obra musical de lo que hemos dado en llamar música clásica. Tampoco flamenco, ni jazz ni nada que merezca un poco de respeto. En cuanto a las interpretaciones, si lo son, todas me valen, pero sí, me gustan más las que son más sobrias, aquellas en las que el intérprete pone de sí lo indispensable para honrar a la partitura. Para mí la música es una cuestión de devoción. Y está muy por encima de todo lo demás, también, por supuesto, de las palabras.
(Buenísimo, didactísimo debate)
((Lo que se aprende aquí))
(((Estoy en un rincón, calladito y con los ojos abiertos)))
((((Lo sepan))))
Señor Jabois, yo creo que tendría que echarle un par de huevos y unirse formalmente al ilustre Círculo Solana. Informalmente ya le considerábamos de los nuestros desde el principio.
¿Me van a pinchar el dedo para sacarme la sangre?
(Es que esta semana me metí también en la Cosa Nostra, y aún estoy algo débil)
¿Saben?, me alegro de la invitación. Y me alegro por dos razones que (sí, casualidad) se han dado esta semana: vacié el disco duro del viejo ordenador de casa de mis padres (escritos de entre los 16 y los 21 años, más o menos) y alguna cosa (poca, sí) tengo ganas de enseñarla. Y, por otro lado, he leído estos días varios párrafos que me apetecía compartir con alguien. Párrafos tan superbonitos (me encanta la palabra superbonito, me la van a tener que permitir aunque no sea muy galdosiana) que no me importaría picarlos (y yo DETESTO picar), aunque uno de ellos lo he pillado paseando por otros blogs (Ctrl+C - Ctrl+V).
Y es más: como quedan tres horas para que empiece a bailar Zidane (hostias, que no está: bueno, podemos disfrutar del sentido de la geometría de Guti), si me dan la llave les suelto algo (fresco) al patio, y ya ustedes lo devoran.
¿Lo edito, o lo editan?
((Por supuesto, infinitas gracias. Ya soy presidente de la Comunidad, mafiosi de los Baladamenti, categoría redactor preferente, campeón junior de tenis de varios torneos sociales de Sanxenxo y pichichi del recreo de una tarde de noviembre de 1989 en el colegio Campolongo: pero nada, me temo, como este honor. Y si hay que suicidarse, me dejan un mensaje al móvil que yo ya voy luego)
Manuel, yo no sé cómo se hace lo de enviarte una invitación.
Mabalot! ¿dónde estás?
¿El Sr. Jabois miembro del Círculo? Tu segunda mejor idea de los últimos tiempos, Conde-Duque...
Buenas. Lejos del ordenador estaba. Cada día esto del Círculo Solana me gusta más, por lo que colgamos y por los debates que a veces se dan en los comentarios. Hay comentarios de Antonio, o de Conde, o de Luisa (este último, por ejemplo, de su música) que son de enmarcar.
Bueno, yo lo hago. Abro un documento de texto de esos y pego. Marco digital. Admito que al final todo acaba perdiéndose pero no porque quiera sino porque uno no puede luchar contra sí mismo y el poco espíritu archivero.
Teresa fue un gran fichaje, y Manuel ya era hora de que cayera de la burra.
Y además ahora que nos amenaza con su disco duro vamos a tener guerra y flores aquí. Buena taberna literaria que hemos montado.
Bienvenido Sr. Jabois, por fin.
(Superbonito es una palabra galdosiana, aunque nunca la utilizara; la pondría en boca de un pijo en algún dialogo. Me gusta también la palabrita)
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