27/6/07

Solana de cuerpo presente

"Los textos de Solana huelen. [...] Huelen a órganos. Sus lienzos exageradamente empastados contienen una mezcla de negro, ocre, rojo, marrón, de amarillo y de blanco sucio. Sin brillos, sin luces.
¿Por qué huele el texto de Solana? No es un escrito ni un cuadro, es un cuerpo, y como tal despide olor, resuda y se enrancia. [...] El texto de Solana es un cuerpo que admite múltiples dimensiones y pocos encasillados. Macizo, denso y oloroso, muestra sus interioridades, sus vísceras, de la forma más sencilla y, por ello, hoy complicada y obtusa, sin más cera que la que arde, sin otro reclamo que lo que se ve, como aquel que estuviera de cuerpo presente. Su obra no tiene un sujeto detrás, Solana ha muerto en ella, su cuerpo está ahí expuesto, cadavérico, en la frontera entre los vivos y los muertos, entre el aquí y el allá, siempre a mitad de camino.
***
¿Era yo el que estaba metido en un ataúd muy estrecho, con unos galones amarillos y unas asas y cerraduras que tenían puestas las llaves pintadas de negro como los baúles del Rastro, y la tapa que iba a encerrarme para siempre, arrimada a la pared, con una larga cruz amarilla y con mis iniciales J. G.-S., en tachuelas tiradas a cordel, y una ventana encima de estas letras con un cristal?
Así ha sucedido; yo soy el que me veo entre cuatro velas, que proyectan fantásticas sombras en la habitación y que es lo único que me distrae en esta soledad.
***

La frontera es permanente en el texto de Solana, su encarnación necesaria y obligada. El viajero está de continuo entre dos partes porque el camino es siempre una falta de estancia, el sitio que no es, la invitación permanente al abandono. Estar en camino es deambular entre las partes, hallarse excitado por la aventura misma del tránsito.
Conviene leerlo, pues, como un rastro oloroso. [...] Y es que entendemos que su obra fue la manera de hacerse cargo de la frontera que el cuerpo pone al sí mismo -al uno que diría Solana-, de hacerse cargo a través del otro, de la imagen del otro, del otro como imagen presente, pintada, escrita, plasmada en su rigidez extraña, intermediaria entre lo propio y lo ajeno; el otro como doble y cuerpo presente, cadáver también del uno. Hacerse cargo de ello en lo que tiene de realidad psicológica, social, económica, etc., y hacerse cargo como hacerlo vivible, experimentable, en un límite sin contemplaciones al más allá ni esperanzas salvíficas: todo lo que es, o está de cuerpo presente o no es. Por eso huele, es decir, se propaga."
(Julián Santos Guerrero, La pasión del cuerpo presente. Imagen y escritura en la obra de Solana, págs. 7-12)

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Siguiendo a vueltas con el tema del post anterior, debo aclarar a Azófar, por alusiones, y a su zurriagazo, que me ha gustado mucho, por otra parte, que a mí el Ulises de Joyce (que no he leído entero) me parece una novela de un realismo extremo. Quizá sea la novela más realista que se haya escrito nunca. Y Tolstoi no me parece un escritor realista; es sobrio como los clásicos, y entre los clásicos apenas hay autores realistas. No hay que confundir realismo con realidad. No tiene nada que ver. O muy poco. Hay novelas que son realistas y que están preñadas de aventis, de invenciones, de sueños, como el Si te dicen que caí de Marsé o las novelas de Onetti, o las de Kafka. La metamorfosis, o La condena, son cuentos realistas. Y yo no he dicho que el realismo sea un género exclusivamente español, sino que aquí se refuerza y aquí cuaja y de aquí se expande a otros países. Y claro que cada uno tenemos nuestro concepto de realismo. Para mí el realismo es aquello que nos pinta tal cual somos (un personaje cagando o meando, por ejemplo, como sucede en el Ulises) aunque para llegar a saber lo que somos el autor nos convierta en escarabajos. Esta es mi idea del realismo, que seguramente no coincida con la del resto de amigos.

Mabalot dijo...

Yo más o menos estoy de acuerdo con lo que dices, aunque el realismo del Ulises puede ser un poco peñazo. Es como leerse las instrucciones de un electrodoméstico, muy realistas, pero muy aburrido.

Por cierto, qué buen texto nos puso aquí Conde. "No es un escrito ni un cuadro, es un cuerpo, y como tal despide olor, resuda y se enrancia."

Me lo apunto el libro.

conde-duque dijo...

El libro éste está curioso (no hay muchos sobre Solana), algunos párrafos son estupendos.
Se publicó hace dos años. El autor fue profesor mío de Estética en la Universidad y, aunque sé que hizo la tesis doctoral sobre Solana, en clase nunca habló de él (se dedicaba más a Heidegger y a Deleuze). Si algún día paso por la Facultad iré a verle y le diré que se apunte al Círculo.

Mabalot dijo...

Yo le voy a echar un vistazo a uno que leí hace tiempo, que me trajo mi mujer de Santander (aunque supongo que no hace falta ir a Santander para encontrarlo... o sí, es verdad, porque está editado en Santander)y es de Benito Madariaga y Celia Valbuena, con tapas duras muy de diputación, pero está muy bien, una biografía detallada y bien escrita. Se titula "Cara y máscara de José Gutiérrez-Solana".
(http://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=378332)

Iré soltando trozos, migas de pan, para atraeros, palomas.

Sí, invita a tu profesor.

Daniel Pelegrín dijo...

Martín, no vamos a ponernos de acuerdo, y como no se trata de aburrir al personal ni monopolizar este proyecto, me inhibo de responderte (pero Joyce o Kafka realistas...) y te mando un saludo cordial. Y abrazos a los anfitriones (ya sabéis que siempre hay un convidado plomo).

Portarosa dijo...

O dos. Dos plomos.

¿Qué es entonces realismo para vosotros? ¿No interviene en vuestra definición la temática? ¿Alguien puede poner un ejemplo de obra no realista?

Gracias. Un saludo.

Anónimo dijo...

Azófar lee que un hombre se convierte en escarabajo y piensa qué fantástico. Se ve que nunca te has sentido un escarabajo, una cucaracha, un insecto. Sin duda, para ti, el realismo es ser fiel a la realidad. Pero cómo se puede ser fiel a la realidad escribiendo, novelando, convirtiéndola en ficción. En el momento en que coges un lápiz o un boli y te pones a escribir ya estás matando la realidad, estás suplantándola por la ficción. Entonces no habría novela realista. Dime una sola novela que sea fiel a la realidad tal cual es. No puede haber ninguna porque no sabemos lo que es la realidad, a no ser la subjetiva, la realidad de cada uno, y esta realidad puede ser irreal para otra persona. Para mí Kafka es escritor realista y el Ulises de Joyce también, perteneciente más al naturalismo que al realismo, en mi opinión. Pero bueno, estaríamos todo el día dándole vueltas al tema sin ponernos de acuerdo. Tampoco quiero yo ponerme plomizo.

¿Novelas no realistas?, pregunta Portorosa. A mi entender, la mayoría de las que se escriben hoy día. Es decir, novelas que aparentemente quieren describir las apasionantes vidas verídicas de pasiones y sensiblerías absurdas y que no se las cree ni el autor. Para mí son más realistas los fantasmas de Dickens que las pasiones romanas de la Mari Pau O Sea o que las aventuras sensibleras y estúpidas del Zafión. Pero bueno, es error mío el querer encontrar un cierto grado de realismo en estos autores mediocres y farsantes. Se ve que aún no ha muerto en mí la esperanza. Para mí, toda obra que es creíble, que te mete dentro del pellejo de los personajes, es novela realista, ya sea el personaje una piedra, un lagarto o un burro.

Y para terminar con el tema, me permito recordar unas palabras de Víctor Erice. "En la realidad está todo. Sólo hay que saber verlo. Hay que tener fe en la realidad". Yo estoy de acuerdo con esta afirmación, lo que ocurre es que ese todo está desordenado. Cuando el escritor, al escribir, ordena la realidad, la realidad pasa a convertirse en sueño. Y hay sueños, o pesadillas, que parecen más reales que la propia realidad.

(Perdón por el comentario tan largo. Se me ha ido la mano tecleando)

Mabalot dijo...

Gracias por el comentario, Martín, Porto y Azófar.

Más que excluir sería bueno descubrir, destapar ciertos tópicos. La literatura es amplia, inabarcable, es bueno seleccionar, pero hay tanto por aprender también, mucho por conocer. Sí, no caigamos en un dogma. Pero Martín has dado en el clavo en varias cosas, en mi opinión. Creo que quizá se entienda mejor ahora.

La cita de Erice me parece muy acertada.

Daniel Pelegrín dijo...

Martín, no hagamos alusiones personales, no es por ahí. La discrepancia no es enemiga del respeto mutuo. Si alguna vez me he sentido escarabajo (más de las que presupones), desde luego lo que no he pensado es "vaya, qué realista". Lo que he pensado es: "qué real", porque lo onírico puede ser muy real. Pero nunca realista. Esa es la diferencia: mera confusión de términos. Pero conviene llamar a las cosas por su nombre, o inventarles otros.

Yo creo que el realismo, en literatura o en arte, no juega con lo onírico como tema central, con lo que está en el subconsciente, o con las asociaciones automáticas de ideas desapegadas de la realidad externa. O entonces sería un realismo meramente formal (por ejemplo, una pintura figurativa con temática onírica, pongamos Magritte, no es realista aunque lo representado sean objetos y figuras bien reales: las relaciones que se establecen entre ellos niegan cualquier realismo). Por eso Kafka no es realista, ni Joyce (que se apoya en el lenguaje, en las puras asociaciones de ideas que fluyen en la conciencia, sin pretender atarlas a la realidad de un día en Dublín, puro pretexto para acabar haciendo otra cosa). Pero ambos, necesariamente, tienen estrechos lazos con lo real, como ya sabes. Hasta el surrealismo está ligado a la realidad, y es bien poco "realista". Es un problema de términos, de querer ampliar el campo semántico del "realismo", delimitado necesariamente a una prosa donde la realidad tiene contornos claros; por supuesto desde la ficción, no hablamos de otra cosa. De lo contrario es lo que quieras, pero no se llama realismo.

No respondo a todo, no es el lugar, y además me temo que los solaneros ya están cansados de este menda.

Salud

Portarosa dijo...

Yo, de acuerdo con Azófar y en desacuerdo con Martín.

Da la sensación de que identificáis bueno con realista. Y así, claro, resulta que la literatura realista es la única buena; por definición.

Un abrazo, y buenas noches.

conde-duque dijo...

Bueno, ¿pero os ha gustado el texto que he puesto, o no?
Me temo que ni lo habéis leído. Qué poco éxito, pordios...

Anónimo dijo...

Conde: el texto de Santos Guerrero está muy bien, muy interesante. Claro que lo leemos –al menos yo. Y los anteriores post también me han gustado; el nivel se mantiene alto, creo yo, mucho más que el de otros blogs. Lo que anoche leí con gusto es el folletín romántico del blog Fabricación Británica; no entero; ahora voy a continuarlo…

Abrazos a todos.

Anónimo dijo...

No comparto la tesis de Martín. Escritor realista por antonomasia es Galdós (Episodios Nacionales) uno de los grandes de la literatura, Dostoyesvski (Los hermanos Karamazov, otro que tal, o Victor Hugo (Los Miserables, otro más, ¿pero Joyce?. Quizá en Los Dublineses es donde más se muestra su literatura realista, pero de ninguna manera en Ulises que es un libro simbólico naturalista. Joyce, que fue un burgués, hijo de una familia burguesa, es un prototipo de la educación jesuítica. Bebió de los clásicos (Aristóteles o Santo Tomás) y de los grandes escritores románticos ingleses y de los simbolistas. Ulises es todo un monólogo interior, de lentitud proustiana y que alardea de fantasía innovadora. Ahí está, por tanto, su influencia en toda la literatura contemporánea. Qué duda cabe que su influencia en la narrativa fue decisiva para Faulkner y Virgina Woolf.

Tal vez eso que llamamos descripciones realistas estén condenadas a ser convencionales porque están obligadas a estar a la moda. Están obligadas a poner de relieve precisamente las cosas que una época concreta considera importantes, que son exactamente las cosas que la época siguiente considerará carentes de importancia. El cumplido directo se refiere a todos los detalles pasajeros, el indirecto, a la impresión más duradera. Si Dante hubiera descrito a Beatriz con los ropajes exactos que vestía nos habría parecido extravagante. Pero pasarán los siglos y el tiempo nunca modificará el agudo filo del gran cumplido indirecto, esa manera más antigua y más inteligente de describir el efecto y no los aspectos externos. Toda la diferencia entre construcción y creación es ésta: que una cosa construida sólo puede amarse después de haber sido construida, mientras que una cosa creada es amada antes de que exista, igual que una madre puede amar al hijo que lleva en su vientre aún no nacido. En el arte creativo, la esencia de un libro existe antes que el libro, e incluso que los detalles principales del libro. En un sentido muy real, el estilo es mucho más importante que los personajes o la narración. Joyce es un admirador de Dante, por tanto del cumplido indirecto.