Por fin encuentro en la biblioteca el Manual de literatura para caníbales, que llevaba bastante tiempo queriendo leer. En sus páginas Rafael Reig plantea con gran inteligencia y sentido del humor (dos marcas de la casa) algunas cuestiones básicas sobre literatura, muchas de las cuales hemos debatido aquí mismo, en el Círculo Solana.
Os pongo este pasaje, especialmente didáctico e ilustrativo:
“Hacia 1970, Juan Benet se enfrentó a Isaac Montero, un escritor realista, en un debate organizado por la revista Cuadernos para el Diálogo. Acabaron prácticamente a sopapo limpio.
¿De qué discutían?
De lo mismo que han discutido siempre los escritores: ¿qué es la literatura? ¿Cómo se hace? ¿Para qué sirve?
La Historia de la Literatura no es más que un bestiario, un recuento de animales feroces que se devoran unos a otros. El argumento de sus depredaciones lo resumió Horacio en su Epístola ad Pisones, donde afirma que un escritor tiene que tomar partido con respecto a tres cuestiones básicas:
-Ars versus ingenium (arte contra genio natural): o bien la literatura es un ars, algo que se puede aprender como cualquier otro oficio, con unas reglas definidas, como si se tratara de la cantería, de la electrónica o de la prestidigitación. O bien todo lo contrario: la literatura es fruto del ingenium, del genio innato e individual del artista creador, de su inspiración y de su trato con las musas. En otras palabras: ¿qué es un escritor? ¿Nace o se hace? ¿Es alguien que domina un oficio, que ha llevado a cabo un aprendizaje, que conoce ciertas técnicas? ¿O es más bien un genio espontáneo y silvestre, un médium que mantiene relaciones íntimas con las musas y expresa el desorden sagrado de su espíritu, que se emulsiona (¡pssst!) y eyacula su interioridad sobre el papel?
-Res versus verba (las cosas contra las palabras): ¿y cuál es el componente esencial de la obra literaria? ¿La res, es decir, la cosa, el contenido, lo que dice? ¿O más bien la verba, es decir, la forma, las palabras con las que lo dice? ¿Fondo o forma? ¿Es la literatura un vehículo para transmitir ideas, conceptos, visiones del mundo? ¿O se trata de un conjuro abracadabrante en el que lo fundamental es la música verbal, la construcción narrativa, el estilo literario?
-Docere versus delectare (enseñar contra divertir): y por último, ¿para qué sirve en realidad la literatura? ¿Qué pretende? ¿Qué se propone el que escribe? ¿Docere, es decir, enseñar, adoctrinar, transmitir algún mensaje? ¿O más bien delectare, o sea, deleitar, provocar un placer estético? ¿El arte es transitivo o intransitivo? ¿La poesía es belleza o comunicación?
Cualquiera respondería: "Oiga usted, ¿por qué narices tengo que elegir? ¿Es que acaso no pueden ser las dos cosas a la vez?"
Os pongo este pasaje, especialmente didáctico e ilustrativo:
“Hacia 1970, Juan Benet se enfrentó a Isaac Montero, un escritor realista, en un debate organizado por la revista Cuadernos para el Diálogo. Acabaron prácticamente a sopapo limpio.
¿De qué discutían?
De lo mismo que han discutido siempre los escritores: ¿qué es la literatura? ¿Cómo se hace? ¿Para qué sirve?
La Historia de la Literatura no es más que un bestiario, un recuento de animales feroces que se devoran unos a otros. El argumento de sus depredaciones lo resumió Horacio en su Epístola ad Pisones, donde afirma que un escritor tiene que tomar partido con respecto a tres cuestiones básicas:
-Ars versus ingenium (arte contra genio natural): o bien la literatura es un ars, algo que se puede aprender como cualquier otro oficio, con unas reglas definidas, como si se tratara de la cantería, de la electrónica o de la prestidigitación. O bien todo lo contrario: la literatura es fruto del ingenium, del genio innato e individual del artista creador, de su inspiración y de su trato con las musas. En otras palabras: ¿qué es un escritor? ¿Nace o se hace? ¿Es alguien que domina un oficio, que ha llevado a cabo un aprendizaje, que conoce ciertas técnicas? ¿O es más bien un genio espontáneo y silvestre, un médium que mantiene relaciones íntimas con las musas y expresa el desorden sagrado de su espíritu, que se emulsiona (¡pssst!) y eyacula su interioridad sobre el papel?
-Res versus verba (las cosas contra las palabras): ¿y cuál es el componente esencial de la obra literaria? ¿La res, es decir, la cosa, el contenido, lo que dice? ¿O más bien la verba, es decir, la forma, las palabras con las que lo dice? ¿Fondo o forma? ¿Es la literatura un vehículo para transmitir ideas, conceptos, visiones del mundo? ¿O se trata de un conjuro abracadabrante en el que lo fundamental es la música verbal, la construcción narrativa, el estilo literario?
-Docere versus delectare (enseñar contra divertir): y por último, ¿para qué sirve en realidad la literatura? ¿Qué pretende? ¿Qué se propone el que escribe? ¿Docere, es decir, enseñar, adoctrinar, transmitir algún mensaje? ¿O más bien delectare, o sea, deleitar, provocar un placer estético? ¿El arte es transitivo o intransitivo? ¿La poesía es belleza o comunicación?
Cualquiera respondería: "Oiga usted, ¿por qué narices tengo que elegir? ¿Es que acaso no pueden ser las dos cosas a la vez?"
[Es decir: el artista como el resultado de un talento natural (ingenium) al que se añade el estudio y el aprendizaje de un ars; la forma y el contenido como dos elementos inseparables; y la literatura cumpliendo una función social, o sea, su poquito de docere, pero al mismo tiempo persiguiendo un placer estético, su ración de delectare].
(Rafael Reig, Manual de literatura para caníbales, Debate, Madrid, 2006).