"Cada uno sabe lo que significa la percepción de la realidad. Cada uno ve su realidad con sus propios ojos. Se ve a los otros, sobre todo a quienes amamos. Se ven las cosas que nos circundan, las ciudades y los paisajes en los que se vive. Se ve también la muerte, la mortalidad de los hombres, la fragilidad de las cosas. Se ve y se vive el amor, la soledad, la felicidad, la tristeza, el temor. En suma cada uno ve para sí la vida. Y cada uno sabe la diferencia enorme que existe entre las experiencias personales y las representaciones de esas experiencias en la pantalla. Hemos aprendido a considerar esa distancia enorme que separa el cine de la vida como algo perfectamente natural. A menudo permanecemos con la boca abierta y nos sobresaltamos cuando descubrimos algo de verdad o de real en una película, incluso si es el solo gesto de un niño en el fondo, o un pájaro que cruza la imagen, o una nube que lanza solo por un momento su sombra en la escena. Es raro en el cine de hoy encontrar tales momentos de verdad, ver personas o cosas que se muestren como son realmente. La cosa verdaderamente excepcional en las películas de Ozu, sobre todo en las últimas, era ver estos momentos de verdad. No, no eran solamente los momentos, era una verdad extensa que duraba de la primera a la última imagen. Eran películas que continuamente y de verdad hablaban de la vida misma, y en las que las personas, las cosas, las ciudades y los paisajes se revelaban. Tal representación de la realidad, semejante arte, no se encuentra más en el cine. Lo fue una vez."
Tokyo-Ga, de Wim Wenders (1985).

En la primavera de 1983 el director alemán Wim Wenders se fue a Tokyo con una cámara. Han pasado 20 años desde la muerte de Yasujiro Ozu. ¿Qué queda en el Japón del momento de la época retratada en las películas de Ozu? ¿Que queda de la obra del propio Ozu? El alemán reflexiona sobre el cine de Ozu, sobre la realidad y graba lo que ve, "para mirar solamente, sin intentar probar nada".